CAPÍTULO 24

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Chillo cuando Ferry me tira la pelota de playa directo en la cara y Ball se acerca a regañarlo, pero, de todos modos, Ferry me saca la lengua y yo lo acribillo con la mirada.

Cora yace sentada en la tumbona, leyendo una enciclopedia sobre plantas venenosas mientras Ferry y yo nos sacamos los ojos jugando a la pelota. Así que cuando me toca lanzarla, reúno todas mis fuerzas y brinco tirándosela directo en la cara, se cae de culo y sonrío.

Ball me pone mala cara, pero no me gano regaño. Le saco la lengua al pesado de Ferry quien se enfurruña y se aleja hacia donde está Cora para comerse algunas golosinas y quejarse con ella, aunque Cora solo lo escucha y se ríe.

Mis padres han llegado por la mañana, están haciendo el almuerzo de hoy en la parrilla, en la terraza, mientras nosotros estamos por debajo, justo a orillas del océano turquesa que se queda estancado.

—¡Chicos! —llama mamá haciéndonos mirar hacia arriba —. ¿Porque no vais a nadar? El agua está caliente a estas horas.

Asentimos y me echo a correr, Ball me persigue y río cuando tropezamos y rodamos directo hacia el agua. Caigo de rodilla y él de espaldas. Sonríe empujándome un poco y nos levantamos para tomarnos de la mano e ir un poco más al fondo.

Casi corro metiéndome en el agua, evito chocar con las piedras y me sumerjo. Noto a Cora quitarse el pareo a lo lejos, Ferry está caminando en nuestra dirección con la pelota y veo lo que se avecina.

Apenas la lanza hacia mí, se la devuelvo con fuerza y se vuelve a caer.

Sonrío victoriosa, Ball niega con la cabeza llevándome un poco más al fondo. Flotamos ligeramente y contemplo el agua en mis manos, en mis pies y en como rodea todo mi cuerpo, lo maneja y se queda con esta memoria.

—No puedo ayudarte a recordar más —dice Ball parándose de espaldas a la casa —. La luna llena me quita todo así que tampoco puedo llevarte más a las profundidades.

—Pero esto es muy divertido —sonrío salpicándole agua.

Me agarra de la cintura y me gira, grito riéndome, hay demasiada adrenalina sucumbiéndome, se siente libre y suave, como si caminara sobre la espuma. Ferry y Cora se meten con nosotros y nos ponemos a nadar hasta que es hora de almorzar.

Veo a todos irse corriendo, me quedo un momento más para limpiarme las bragas repletas de arena, pero una niebla azul me empieza a envolver, aprieto las manos y siento mis pies hundirse en la arena. Jadeo negando, dejo de ver a mis amigos y la casa, solo azul, demasiada agua tocándome, gritos y golpes.

Respiro, alterada, sumergida en aguas turbulentas llenas de anguilas eléctricas y peces globos desinflándose. Noto a una tortuga irse apresurada y a un calamar enorme asomarse hacia una persona.

Malin intenta tocar al calamar, pero no va solo, lo siguen pescadores, hay armas y disparan al animal. Logran adormecerlo y lo sacan en un enorme barco.

Trago muchísima agua, algo me mueve de un lado a otro y las olas se vuelven más fuertes. Rabia, la furia del océano se mezcla con la voz de una chica que grita y le lanza una bofetada a Malin, pero él se ríe alejándose.

Esa chica...la he visto en algún lugar, la conozco de algún lado. Su voz y su carácter.

Suelto un grito, todo se desaparece dejándome ver los ojos de Ball. Estamos en medio del océano con la casa tras nosotros y el horizonte al frente, con toda la verdad casi formándose en mi cabeza, porque Malin era parte del Whaleboy y nunca me lo dijo, porque hizo daño.

Tenso la mandíbula, Ball me sigue hablando y se me es imposible escucharlo. Me observa en silencio, presionando el pendiente que me puso en el cartílago, exhala y yo siento como todo el aire se va hacia mis pulmones.

THE WHALE BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora