Por la mañana, lo primero que hice fue salir corriendo hacia la playa. Ni si quiera toqué el desayuno, ni me di el tiempo de escuchar los regaños de papá por no haberme dado una ducha y enseñarme al público en pijamas.
Me vale el público.
Corrí lo más rápido que pude, intentando no empujar a nadie, sin embargo, al llegar solo había personas extrañas en las tumbonas y reposeras. Algunas recostadas en pareos y otras jugando cerca del mar. Cualquier tipo de persona, variadas, las que había visto antes, algunas antiguas, huéspedes recientes, pero ninguna fue él.
Así que con todo ese enrollo de quedarme a solas viendo como todos pueden avanzar con sus vidas, resignada me he quedado en mí mismo lugar, admirando lo que alguna vez fui y que jamás podre reencontrar.
Muevo los dedos de mis pies dentro de la arena haciendo un hoyo. El aire golpea mi cabello una y otra vez ordenándolo a su manera. Acomodo mi cerquillo que casi me deja la frente desnuda y bajo la mirada hasta quedar en cuclillas moviendo un palo que he encontrado por ahí.
Desearía volver a ver a ese chico. Ni siquiera sé porque ha sido lo primero que he hecho al venir. Es la primera vez que hago esto ¿Qué demonios me ocurre?
La consciencia no me ayuda mucho que digamos. No quiero modelos, quiero a ese rarito de anoche y por alguna razón.
Percibo una sombra y al notarle el trazo del mandil del trabajo, asumo de quien se trata.
—¿Elaine que haces? —pregunta Nolo medio burlón, se para detrás de mí,
—Buscando a alguien que estaba bueno anoche.
—Otra presa —hace una voz de villano y se acerca copiando mi pose, poniéndose a mi lado —. ¿Lo besaste?
Niego con la cabeza.
—Qué raro.
—¡Ugh, lo se!
—No te agobies —ríe poniendo una mano en mi hombro —, si lo has visto por aquí, seguro aparece en un rato.
—¿Tú crees?
—Nadie se resiste a ti, tienes unos ojos y unos labios y una cara —suspira haciéndome reír —. No es que seas mi amiga, pero eres bellísima.
Ay Nolo, pero si eres mi héroe.
Ladeo la cabeza sin poder borrar mi sonrisa y el me choca el hombro con el suyo. Levanta la mirada hacia adelante, lo observo, su corte le deja ver un triángulo en la frente, tiene pelitos saliéndose por detrás de sus orejas y los ojos claros se le oscurecen gracias al sol.
—Ojalá fuera cierto —murmuro devolviéndome a hurgar en la arena.
—Que lo es, de pequeña eras modelo o ¿no?
—No —me rio dándole un empujón.
—¡Debiste serlo! —devuelve el empujón haciéndome caer.
—¡Que tonto! —le espeto empujándolo de nuevo.
—¡Tú tonta! —ríe para empujarme.
—¡¿Me has dicho tonta?! —lanzo mis garras hacia él.
Nos revolcamos por la arena lanzando de a puños los granos de arena, tomamos lo que hay, arena seca bajo nuestros pies, quema un poco pero no lo suficiente como para impedir la guerrita. Hasta que se nos entra por la boca y golpea nuestras espaldas.
Han sido varias veces que me he caído, seguro deja moretón, tengo la piel bastante débil para ello, cualquier cosa me da una marquita.
Finalmente se agota y se sienta contra la cerca de los arbustos suspirando, me queda viendo y acomoda su delantal tratando de espantar la arena que hay dentro de los bolsillos, limpiándose el resto del uniforme en el proceso.

ESTÁS LEYENDO
THE WHALE BOY
Novela JuvenilElaine De Ferreiro, la prometedora hija del mejor diseñador de Europa, se ha vuelto una burla para todo ciudadano, incluyéndose ella misma, incapaz de ir al océano y dejar esa fosa donde el alcohol, las fiestas y los recuerdos la llenan del mismo ar...