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Bakugou no había podido dormir durante toda la noche, ayer se había comprometido con el pelirrojo y aunque la pedida de mano no fue como se lo esperaba, había aceptado y acordaron que la boda se hiciera en 2 días, ¿cómo demonios tendría todo listo en 2 días?
— ¿Bakugou?, ¿qué tipo de flores prefieres para la decoración? —preguntó Mina, el cenizo frunció el ceño, aquello era muy estresante y Kirishima no se había aparecido durante todo el día.
— ¿Bakugou?, ¿de que color serán los manteles de las mesas?
— Ya llegaron los recuerdos Bakugou, solo debes firmar aquí.
— Bakugou, ¿qué tipos de bocadillos prefieres en las mesas?
— ¡No lo sé!, ¡¿por qué necesariamente debo elegir todo yo?! —preguntó enojado.
— Bakugou, debemos irnos, tienes que probarte tu traje —comentó la castaña, seguida por Jiro y Momo.
Bakugou suspiró cansado, jamás imaginó que una boda sería tan sofocante, mucho menos la suya.
Al día siguiente todo los chicos estaban muy apurados por terminar con los preparativos, la boda sería mañana y aún faltaban muchas cosas.
— ¡Bakugou!, ¡tienes que elegir el pastel de bodas! —gritaba la pelirosa, ya era el último día para tener todo listo y el cenizo no daba señales de salir de su habitación.
— ¿Bakugou? —llamó la pelinegra—, necesitamos tu aprobación.
Nadie respondió.
— ¡Tengo la llave! —exclamó la castaña.
Al entrar a la habitación se dieron que el cenizo no se encontraba, la cama estaba hecha, la ventana estaba abierta, pero Bakugou no estaba.
— ¿Dónde...?
— Salió por la ventana —contestó la pelirosa, todas estaban muy preocupadas, la boda era mañana y Bakugou había desaparecido.
Mientras tanto Kirishima seguía frustrado, toda la mañana del día de ayer y hoy se la pasó buscando algo simbólico, algo perfecto que refleje el amor que le tiene a Bakugou, pero hasta ahora no había encontrado nada.
— ¿Buscas algo en particular?, ¿no es así? —preguntó una mujer detrás de él.
— ¿Eh?, ¿cómo...?
— Ven conmigo —interrumpió—, te mostraré lo que deseas pero también te mostraré algunas cosas más.
Kirishima solamente asintió, no sabía porqué pero aquella mujer tenía algunas respuestas para él.
— ¿Donde estamos? —preguntó al entrar en una tienda acompañado con la mujer.
— Recuestate ahí y cierra los ojos —ordenó amablemente—, primero te mostraré lo que te dije, luego te mostraré lo que estabas buscando.
