30| Chassé.

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Niza

Entro al dormitorio de Diane y Orena con la llave extra que me dieron hace tiempo. Mejor tenerla yo a esconderla bajo el tapete donde todo el mundo puede encontrarla.

Orena me llamó bastante afectada y no sé a qué se debe, debo estar aquí. Tal vez pasó algo grave en su mundo y debo llorar por décima vez junto a ella por la muerte de Derek Shepherd o el final de temporada de Teen Wolf.

Dejo las llaves con un tintineo justo donde está Salmoncito VII, aleteando feliz, y curiosamente, me siento un poco como él. Una nueva onda de anticipación me atiza el pecho cuando recuerdo lo que hice en la azotea del hotel ayer, o más bien, que me hicieron. Quiero contarles a las chicas sobre Clay, sobre lo que hablamos, lo mucho que me entiende y lo que provoca en mí cuando está cerca.

¿Cómo reaccionarán cuando se enteren que estoy saliendo con alguien? ¿Se lo esperarán? ¿Se sorprenderán? ¿Me recriminarán algo?

Estoy tan sumida en mis pensamientos que soy lenta en notar las voces alzadas que llegan desde el dormitorio de Orena. Intento afinar el oído para escuchar, pero Diane sale de su habitación en ese momento con el dedo índice sobre los labios, en una señal inequívoca de que me calle y camina hacia mí dando zancadas.

—¿Qué está pas...?

Me coloca la mano en la boca apenas llega a mí. Tiene el rostro desencajado y luce alterada. Lleva un moño desordenado sobre la cabeza con varios mechones caoba saltando aquí y allá y una camiseta diez veces más grande que ella.

—Calla o tendremos problemas.

Formulo una interrogante con mis ojos. Distingo la fuerte voz de Orena seguida de un tono suave que no tardo en reconocer. Enik Salesky está aquí también.

—¿Qué está pasando?—murmuro cuando quita su palma de mi boca.

—Problemas en el paraíso.

—¿Siguen saliendo? Creí que Orena ya no hablaba más con Enik.

—Yo también lo pensé—se encoge de hombros.— Pero la palabra clave aquí es salir. No salen, Enik viene aquí a follar nada más. No las he visto juntas nunca fuera de estas paredes.

«Yo sí» pienso recordando la fiesta en SoHo, donde también discutían.

Me trago las palabras cuando la puerta del dormitorio frente a nosotras se abre y Enik sale como una exhalación dejando una brisa de su perfume, con el cabello rubio alborotado y sus zapatos en una mano, mientras que en la otra sostiene su celular.

—¡Vuelve aquí, Enik, no hemos terminado!—la voz de Orena retumba con decisión y me siento en medio de un campo de batalla en el que podría salir herida por el fuego cruzado.

La rubia se gira con expresión desquiciada.

—¡Sí, sí lo hicimos! ¡Terminamos!

—¿Oh, en serio?—la desafía nuestra amiga cruzándose de brazos y elevando una ceja.— Porque estoy segura que me buscarás la próxima semana para descargarte conmigo y créeme, no estaré disponible para que sigas utilizándome a tu antojo.

La chica lanza un quejido y enfocamos nuestra atención en ella. Cada una está en un extremo de la sala como si defendieran su territorio y nosotras fuésemos la tierra neutral en medio.

—¡Yo no te uso! ¡Yo solo...!—toma aire, afligida y con el rostro constreñido por la angustia.— ¡Tú no sabes nada! ¡No tienes idea de lo complicado que es!

—¡Yo quiero apoyarte pero tú no me dejas! ¿Cómo esperas que esté para ti cuando ni siquiera haces algo por ti?

—¡Porque me estoy ahogando!

Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora