5| Relevé.

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Niza

El piso está en completo silencio cuando entro en él, como suele estar siempre, incluso cuando alguna de las dos se encuentra en el lugar.

No comparto dormitorio con Orena y Diane, pero suelo pasar la mayor parte de mi minúsculo tiempo libre en este lugar, con ambas. Tener una habitación individual se convierte en un dolor de cabeza si lo último que quieres es más soledad al llegar a casa luego de ensayar horas y horas en solitario.

Orena normalmente está sumergida en un viaje astral—que ella llama "meditación" pero todos sabemos que es sueño—. Yo lo llamo viaje al mundo de los muertos, porque nunca he conocido a nadie que duerma tanto y le importe tan poco. Despierta, asiste a clases, rompe la pista en hip hop como nadie y cuando regresa, se tira de cabeza a la cama otra vez.

Al menos, claro, que exista un motivo lo suficientemente fuerte para hacer el sacrificio de despertar, como comer, ir al baño, alguna fiesta o ver una temporada entera de Grey's Anatomy o Teen Wolf en un día. Orena es todo un caso. Supongo que alguien con talento nato como ella no tiene nada de qué preocuparse, ni tampoco tiene necesidad de ensayar más de lo necesario. Ya lo lleva consigo.

Después está Diane. Mi querida Diane.

Ella desarrolló un extraño fetiche desde que abandonó el ballet, y digo extraño porque conozco los más comunes: fetiche con los pies, con la ropa interior, con los pechos, con el BDSM... pero nunca algo como lo que disfruta hacer Diane.

Le encanta hacernos saber que está teniendo sexo. Le fascina gritar a todo pulmón. Mucho.

Tanto que ya ha tenido problemas con otras inquilinas de la residencia y con dirección, pero se lo ha pasado todito por el arco del triunfo sin problema y su cabecera sigue golpeteando contra la pared como si quisiera tirar el edificio abajo a punta de golpes.

Su actitud liberal suelo atribuirla a ese shock que sufrió luego de conocer el mundo después del ballet. Es una disciplina muy demandante que te deja muchas obligaciones y poca vida después de todo.

Las bailarinas no asistimos a fiestas. Somos populares pero no tenemos muchos amigos. Y por supuesto, no tenemos novios. No es por falta de voluntad, es por falta de tiempo.

Ese elemento que la mayoría de la gente desperdicia en estupideces y le sobra, a nosotros se nos escapa de las manos entre horas interminables de ensayo. Claro que existen compañeras que salen de fiesta de vez en cuando y tienen algún rollo de una noche aquí y allá, pero nada más. Ningún hombre resistiría que su novia pasara más tiempo en un salón de ensayo que con él.

Así que cuando Diane explotó por fin, un día de marzo hacía un año, comenzó a salir con varios chicos. Nada serio, siempre era alguien distinto y nunca duraban más de un mes. Aunque nunca nos privaba de la exquisita orquesta de sonidos fogosos que le arrancaba el chico cuando tenían sexo. Sí, así es, puedo identificar al menos a quince chicos de ACA NYC por los sonidos que hacen al follar. No me pregunten cómo.

Su relación con Helios era la más larga hasta ahora. La verdad es que me agrada más que los otros. Es considerado, atento y a juzgar por los sonidos en la habitación de Diane, sabe cómo complacerla. Además, la hace sonreír constantemente, bailotea como idiota y tararea de la nada sin razón aparente.

Orena dice que es porque está enamorada. Tal vez esos son signos del amor. O de una chica muy idiota, no estoy segura, nunca he experimentado tal cosa para saberlo con certeza.

Suspiro y miro la pecera que tienen sobre una mesa en el minúsculo recibidor. La compraron apenas Diane se mudó al ala de música contemporánea con Orena porque, según la idiota, no puede vivir sin tener animales cerca.

Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora