Clay
Niza abre la puerta del auto y sube con una sonrisa plasmada en el rostro. Enarco una ceja apenas la veo.
—Llegas tardes—dice sin perder la estela de buen humor que la rodea.
—Alégrate porque estoy aquí.
Sus ojos ámbar relucen en la oscuridad y se arrugan un poco a los costados cuando me regala una sonrisa brillante. Es como si hubiesen armado de nuevo a Niza para entregar esta versión mejorada, muy distinta a la que salió huyendo de mi dormitorio por la mañana.
—Me alegra que estés aquí—da un apretón a la mano que mantengo en la palanca de cambios y hundo más el ceño, inquisitivo.
—¿Te golpeaste la cabeza en las prácticas?—inquiero dudoso.
—No.
—¿Te abdujeron los aliens?
—No que yo sepa. Soy rara sin necesidad de los extraterrestres.
—En eso tienes un punto—asevero serio y suelta el suspiro de una risa.
Luce diferente. Lleva el cabello suelto con sus rizos libres como pocas veces y tiene las mejillas sonrojadas con los ojos chispeantes, aunque el cambio trasciende más allá de su apariencia física, no solo por la falta de los moños que siempre le sujetan el cabello, sino que parece emanar un aura completamente diferente a la de esta mañana.
—¿Me dirás qué te tiene tan feliz?
Se encoge de hombros al tiempo que termina de abrochar su cinturón.
—Tal vez no hay nada en especial.
Resuello escéptico, encendiendo el motor.
—Algo que consigue hacerte tan feliz debe ser especial.
—Entonces eres especial—se jacta y la declaración me sacude. Cuando la miro, su sonrisa no se va—. Quiero decir, porque también me haces feliz.
Clavo mis ojos en ella y me inclino un poco para atrapar entre mis dedos un rizo rebelde, el cabello deslizándose suave entre mis dígitos.
—¿Has decidido a dónde quieres ir? No me pasé tres semáforos en rojo en vano.
—¡¿Tres?!—se queja impactada—¡¿Estás loco?! ¡Te multarán!
—Este es auto de Bryce—palmeo el volante y sonrío con suficiencia—. Lo multarán a él.
Hace un mohín arrugando su nariz.
—No tienes corazón.
—Ya lo sabías—bromeo y ella me da un empujón— ¿Y bien? ¿A dónde iremos?
Se acomoda mejor en el asiento, mirando hacia el frente con determinación.
—Al lugar que me hace feliz.
—¿Una tienda llena de naranjas?—bromeo.
—Cerca, pero no—cuando niega, sus rizos se mueven junto a su cabeza—. Vamos a Coney Island.
—¿Perdona? Ese es mi lugar feliz, descarada ladrona—estiro el brazo para tomar su mentón, apretando sus mejillas a modo de reprimenda.
—¿Y qué? También puede ser el mío—se defiende.
—Consigue el tuyo—digo con fingida indignación, porque el hecho de que adopte ese lugar como favorito me conmueve.
—¿Por qué no podemos compartirlo?—insiste sin abandonar su postura férrea y se gana una risa de mi parte.
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Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
RomansCOMPLETA Ella ama el ballet. Él ama los tatuajes. Ambos son distintos, ambos son precisos, sin embargo, la perfección no es siempre sinónimo de felicidad. Niza comienza a trabajar en Ink the Mind buscando una solución a su problema: no ser expuls...