Niza
Mi teléfono suena y no logro alcanzarlo a tiempo, porque el aparato termina en el suelo junto con medio cuerpo mío en mi intento por atraparlo. Sí, tengo la gracia de un elefante en monociclo, no de una bailarina. No sé cómo he sobrevivido tanto tiempo en el medio teniendo dos pies izquierdos y nada de coordinación.
—¿Hola?—respondo sin ver la pantalla y me retiro el cabello que está vuelto una maraña sobre mi cara.
—¿Por qué no respondías? ¿No sabes que debes atender?
Su voz seca y familiar me sacude el sueño de golpe y me siento en la cama recuperando la compostura.
—Lo siento, mamá.
—Disculpa no aceptada—me corta con desdén.— Se supone que tu clase teórica ya terminó, ¿qué estabas haciendo?
—Durmiendo—observo el reloj en la austera mesita que no me suena de nada y me percato que son las nueve y treinta de la mañana. Llegaría tarde a clases, otra vez.
—¿Crees que pagamos tu escuela para que duermas?—Doy una barrida rápida a la habitación para ubicarme mientras mi madre vierte su enfado sobre el auricular. Creo que es la habitación de Clay en la casa de Coney Island. Instintiva y estúpidamente también, giro el cuello para comprobar que el protagonista de mis fantasías no está durmiendo a mi lado.
Reprimo el pinchazo de la decepción cuando veo el otro lado de la cama pulcramente tendido.
—Es una academia muy costosa, Daisy—la escucho quejarse con un deje cansado—Y lo es más ahora que no tienes la beca.
Un dolor agudo me punza el pecho, esta vez distinto a la decepción y más parecido a la tristeza.
—Mamá, ya te lo expliqué lo que pasó, no fue mi culp...
—Seguramente lo fue—jadeó contra el auricular, como si cargara algo muy pesado.— Debiste haber hecho algo para disgustar a Victoria, estoy...
—No lo hice.
—Debiste llamarla tía por accidente o algo así en público y...
—Nunca la llamaría de ese modo—escupo con más desprecio del que deseo, pero no puedo controlarlo.—Yo nunca...
—Sabes lo mucho que mi hermana detesta que sepan que tiene a su sobrina en la academia, ya sabes, podrían pensar que es parcial y te da preferencia.
Me llevo una mano a la cara, frotándola con irritación. Preferiría que no estuviésemos relacionadas de ninguna manera, tal vez así no se ensañaría conmigo y no me trataría igual que la mierda bajo su zapato.
—Nunca la llamo de otra manera que no sea señorita Winslet—respondo con los dientes apretados.— No te preocupes.
—¿Entonces por qué está tan molesta contigo?
—¡No sé mamá! Por nacer, quizás.
Resopla.
—No digas tonterías. En lugar de hacerla a ella desgastarse contigo, deberías entrenar más para dar el ancho y mejorar antes del recital, con un poco de suerte podrán apiadarse de tu pobre técnica y emplearte en ese tonto bailecito que tanto te gusta.
Mi pecho se cierra junto con mi garganta y centro la vista en el edredón marrón cuando los ojos me escuecen para mantener las lágrimas a raya.
—No es tonto, mamá. Deberías venir a verme para comprobarlo.
Suelta el aire, exhausta.
—No tenemos dinero, no podemos darnos el lujo de tirarlo en algo así.
Tiene razón. Qué desconsiderada soy.
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Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
Storie d'amoreCOMPLETA Ella ama el ballet. Él ama los tatuajes. Ambos son distintos, ambos son precisos, sin embargo, la perfección no es siempre sinónimo de felicidad. Niza comienza a trabajar en Ink the Mind buscando una solución a su problema: no ser expuls...