Clay
La luz fluorescente del vestíbulo me lastima la vista, mis sienes punzan y giro el cuello rígido en dirección a la ventana empañada por el clima. Afuera todavía llueve sin tregua, como si el mundo hubiese decidido acabarse en otro diluvio.
No sé qué hora es, ni tampoco cuánto tiempo ha pasado desde que nos enteramos de la noticia. Es como si el tiempo se hubiera mezclado y no existieran ni las horas, ni los minutos, ni los segundos.
Un relámpago ilumina la ciudad en un claro contraste con la oscuridad que la abarca, las luces apenas visibles a través de la lluvia, una que no cesa, igual que mi angustia.
Desvío la vista de la ventana y de nuevo, me concentro en contar los puntos negros en el lienzo blanco del azulejo en el suelo. Diecinueve, veinte, veintiuno...mantengo los números en mi mente para no pensar en nada más y ceder al dolor. Pienso en la mancha de café que hay junto a mi pie e intento imaginar cómo llegó ahí, hago figuras con las marcas en la pared del frente y vuelvo a empezar, todo para evitar que la poca templanza que aún poseo se desvanezca y me conduzca al abismo.
Cuando Nadir entró en la habitación de Bryce con el rostro pálido y la respiración agitada, pensé que aclararía todo y diría que esto era una broma de mal gusto o una confusión, y Bryce estaba en realidad dormido en algún bar, pero no. En su lugar, entró con el afán de destruir mi momento de tranquilidad con Niza y traerme aquí, a la morgue, para confirmar que se trata del cuerpo de mi hermano. «Debe ser un familiar quien valide que es el cuerpo. Debes identificar el cadáver de tu hermano».
Mi pecho se aprieta de nuevo como si tuviera piedras encima y el respirar se vuelve una tarea laboriosa. Cierro los ojos otra vez, contando, pero mantener el dolor a raya de esa manera se siente como intentar frenar una avalancha con las manos.
Son todos imbéciles. Siempre hay equivocaciones en estos procedimientos. Se cometen todo el tiempo. Seguramente este no es el cuerpo de Bryce, sino de algún otro pobre diablo que se parecía un poco, y claro, los medios no perderían la oportunidad de ganar audiencia.
«No puede ser mi hermano. No puede ser él». Sé que hay una enorme posibilidad de que lo sea, pero confirmarlo me aterra más que nada en el mundo, porque entonces estaría completamente solo. La soledad ya no sería un miedo dentro de mi cabeza, sino una realidad, y eso me paraliza.
Es estúpido e inmaduro, pero me siento como ese niño que no quiere aceptar los hechos y se aferra a la mínima pizca de esperanza por no ceder a la soledad.
Me concentro otra vez en las motas negras sobre el azulejo. Necesito conservar la calma en esta espera que, cuanto más avanza, más me asfixia.
—Clay—la voz átona de Nadir hace que levante tan rápido la cabeza que me mareo por un momento.
Me pongo en pie de un salto cuando veo al hombre que lo acompaña, de bata blanca, guantes y ni un solo cabello sobre su cabeza.
—¿Es usted familiar del señor Bryce Hawthorne?—indaga en tono neutro el tipo.
El estómago se me oprime solo de escuchar su nombre en su boca, porque lo hace un poco más real. Y él no puede estar muerto. No puede dejarme como los demás. No puede irse como mis padres, porque somos lo único que tenemos, el uno al otro.
Asiento en silencio.
—¿Cuál es su parentesco?
—Soy su hermano—mi voz sale ronca. No sé cuándo fue la última vez que hablé.
—De acuerdo, sígame—ordena y camina a paso apresurado por el pasillo.
Ni siquiera miro a Nadir cuando paso a su lado, solo marcho detrás del hombre con el cuerpo adolorido por permanecer horas en la misma posición, como si saliera de un ataúd. Me concentro en detectar los colores que veo al pasar cada corredor y cada puerta, pero no hay mucho qué notar: blanco, gris, azul, más blanco. Es todo dolorosamente blanco, como un sórdido recordatorio de que este es el lugar al que vas cuando mueres, cuando te conviertes en nada, cuando tu vida y todo lo que eres se reduce a una habitación blanquecina en una plancha de metal.
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Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
RomanceCOMPLETA Ella ama el ballet. Él ama los tatuajes. Ambos son distintos, ambos son precisos, sin embargo, la perfección no es siempre sinónimo de felicidad. Niza comienza a trabajar en Ink the Mind buscando una solución a su problema: no ser expuls...