Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍAS

8| Pirouette.

Niza

El pianista deja de tocar cuando entro igual que un rinoceronte torpe al estudio.

Trastabillo y estoy a punto de irme de bruces al suelo antes de tomarme de la perilla de la puerta como si fuese la vida misma.

La señorita Winslet está con otra chica mientras el resto de mis compañeras practican sus rutinas solas.

Cuando repara en mí, sé que ha llegado mi hora de muerte.

Se acerca dando largas zancadas, rápidas y firmes, y mi estómago se enreda con cada paso que da. Incluso las hienas de mis compañeras han dejado de practicar para presenciar en todo su esplendor el espectáculo que se avecina.

—Llegas tarde, Hess—proclama con voz tensa.

—Lo siento. Se me hizo tarde, yo estaba...

—Con un chico—completa en tono agrio y el alma se me va a los pies.

—¿Cómo ha dicho?—inquiero asustada.

—Es la chaqueta de un chico—arruga la nariz asqueada y escucho una horda de risitas en mi dirección.

Diablos. Olvidé por completo que llevaba puesta la chaqueta de Clay.

— Ojalá te entregaras al ballet con la misma facilidad con la que te entregas a cualquier hombre.

—Señorita Winslet, yo no estaba...

—No permitiré esta clase de actitudes promiscuas en mi academia—me corta con el cuello alargado y tenso, sus orbes oscuros llameando.— Mis bailarinas no serán unas cualquiera que vayan por ahí haciendo espectáculos indebidos porque no pueden controlar sus hormonas.

El miedo me oprime el pecho.

—¡No estaba con un chic...!

—No me levantes la voz. Largo. Si quieres tomar mi clase, tendrás que pasar menos tiempo en la cama haciendo tus porquerías y llegar más temprano.

El corazón se me acelera y siento que volveré el estómago de la impresión.

—Le he dicho que no estaba con ningún chico. Por favor señorita Winslet, no puedo perderme este ensayo. Tengo que afinar mi participación para el festival de otoño—le imploro angustiada, sin importarme el montón de miradas desdeñosas en mi dirección.

—Practicarás en mi estudio cuando sepas cuáles son tus prioridades, Hess—sisea como una víbora.— A esto me refiero cuando digo que la escuela malgasta recursos en personas que no los aprovechan, mucho menos los merecen, por Dios.

Un nudo se forma en mi garganta y debo respirar lento para no echarme a llorar.

—Señorita Wins...

—Solo déjala ensayar—interviene una nueva voz, una que no reconozco.

El resto de las urracas—perdón, compañeras—, se giran también y ceden el paso a un rostro que nunca antes he visto en el estudio, pero que conozco muy bien.

Nerea Hawkins está aquí, Dios, ¡está aquí!

«Y tú te acabas de humillar como nunca, bien hecho» se queja mi conciencia, pero estoy tan impresionada de tenerla frente a frente que poco me importa.

—Vuelve a tu espacio Hawkins, esto no te incumbe—insta la señorita Winslet con dureza.

—Sí me incumbe. Nos estás retrasando el ensayo con tu numerito—le responde y mi mandíbula se afloja tanto que siento caerá al suelo de la impresión.— Déjala quedarse y ya está.