capítulo 12

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Los Ackerman


El camino a casa había sido una tortura, Kuchel no dejaba de recalcarle lo mal hijo que era y que estaba agradecida con su perfecto Farlan por haberle pedido la mejor habitación, en el mejor hotel de Francia, y de como había intentado entrar a casa y las guardas habían sido cambiadas.

Quería abofetearla y así rogar a cualquier Dios que la callara, pero parecía una cotorra que está aprendiendo a hablar; su padrastro y hermano apoyaban a la mujer en todo y su paciencia estaba llegando al límite, al llegar al lugar salió lo más rápido que pudo del carro, abrió la puerta y se dirigió a su habitación cerrándola con llave desde el interior.

—Eres un hijo malagradecido, abre la maldita puerta y dame un juego de llaves – gritaba y golpeaba con fuerza la puerta; su madre lo iba a enloquecer –

Sin importarle entro al baño, dejo que su hermosa tina se llenara y se relajó lo más que pudo, no podía creer que aun tuviera que pasar por todo ese martirio junto a la que se hacía llamar su madre y el como un completo imbécil seguía abriéndole las puertas de su casa.

Al salir acomodo su nuevo uniforme en el perchero y se dirigió de inmediato a la ventana y con gran ansiedad empezó a fumar, sabía que la presencia de su ¨familia¨ lo alteraba en sobremanera y cuando no era whisky lo que ayudaba a sacarlo de sus emociones era el asqueroso cigarrillo, sabía que en algún momento lo terminarían matando.

Pensó en Eren y al cerrar sus ojos vio la mirada triste que solía darle, así que lo apago, baño su boca y se acostó, se sentía mentalmente agotado, así que en la mañana se iría temprano al cuartel y esperaría a que ellos llegaran, evitándose desde tan temprano aguantarse a esos cuervos.

Sintió que la noche no había cumplido con su maldita función, pues al despertarse se sentía pesado y sin mentirse, extraño ver el castaño cuerpo a su lado dirigiendole una dulce sonrisa; al entrar al baño vio sus típicas ojeras, simplemente soltó un suspiro lleno de pesadez, pero sin importar lo que pasara debía ser un buen anfitrión y premiar a sus jóvenes por su esfuerzo y dedicación, así que sin malgastar un minuto más tomo una rápida ducha, se colocó su uniforme y salió de su casa.

Sintió el frio de la madrugada golpearlo con fuerza, pero eso lo hizo sentir en paz, inhalo con fuerza y tomo camino para su sitio de trabajo en su cómodo auto. La ciudad se veía extremadamente calmada y sin ruidos a esas horas de la mañana, el tráfico era tan agradable que recordó el porqué de su costumbre de salir tarde de trabajar y entrar temprano.

Al llegar, las empleadas estaban corriendo por todas partes terminando de arreglar los espacios; se dirigió al lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia de premiación y ahí vio a Sasha montando un hermoso caballo árabe, la elegancia era notable en cada paso que daba la bestia y la seguridad que la joven demostraba.

Empezó a acercarse y el solo sujeto las riendas, la joven se bajó y lo abrazo de inmediato.

—Buenos días Levi – saludo mientras se alejaba del mayor – Veo que no descansaste.

—Fue una mierda – afirmo y empezó a acomodar la corbata y el broche de la solapa – Kuchel cada vez es más desesperante. Creo que le llego la menopausia.

—Jajajaja capitán – reía con tanta fuerza que empezó a llorar – Puedo… puedo afirmar entonces que siempre la ha tenido porque mujer más amargada que ella no existe.

Levi empezó a reírse por la forma en que Sasha le seguía el juego, continuaron burlándose de la mujer mientras iba a dejar a la bestia en el lugar indicado; la joven lo acompaño toda la mañana en la distribución de las medallas, los diplomas, la lista y sobre todo lo obligo a ingerir alimentos.

tu eres mi flor de lotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora