capítulo 24

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Mi paz



Estaba durmiendo plácidamente se sentía tan tranquilo, cosa que había dejado de sentir desde que había dejado su casa, Eren estaba abrazado a su pecho abrió lentamente sus ojos se veía más hermoso, paso sus dedos por el cabello, las mejillas, sus labios, ahí se dio cuenta que todo su ser lo había extrañado, había añorado volver a sentirlo, podía jurar que se llenaba de tranquilidad y felicidad.

Siguió escuchando el vibrar de su celular quería lanzarlo para que dejara de joderlo desde tan temprano, lo tomó respirando profundo, finalmente se dignó a contestar.

—Diga – se dio cuenta que su voz sonaba extremadamente cansada –

—Levi – cerró de nuevo sus ojos solo era la loca – debes venir ahora.

—¿Qué pasa? – la seriedad de su voz lo preocupó – habla loca

—Es tu madre – se levantó sin despertar a su pareja, mucha rabia lo recorrió – está armando problemas en la entrada y exige verte.

—Estaré en veinte minutos – fue directo al baño – no la dejen entrar.

Tomo una ducha rápida, se colocó su uniforme salió lo más rápido que pudo después de arreglarse, sentía como su tranquila mañana había sido destruida por una sola persona, que tan difícil era que esa bruja se quedara lejos de su vida que se olvidara de él, al parecer muy difícil, pero le estaba dando la oportunidad de cobrarle su hermosa vajilla.

Al llegar dejó el carro en la entrada, uno de los soldados tomo las llaves lo llevo hasta el lugar asignado, por su parte él se empezó a acercar, la mujer se veía desordenada, desesperada bastante indigna, su elegancia y arrogancia se habían esfumado.

—¿Qué demonios haces aquí? – la quería lejos – te dije que jamás quería volver a verte.

—Hijo mi niño – se lanzó a su cuerpo Hanji de inmediato la detuvo – ayúdame cariño.

—¿Qué quieres? – dio dos pasos hacia atrás – habla rápido hiciste que mi mal humor apareciera.

—Y eso ya es decir mucho, pues desde que esta con nuestro caramelo que lo conquistó, sacarle el mar humor se ha convertido en un arte – la escucho reír, la golpearía, pero ese no era el momento –

—Hijo yo tengo problemas – el solo levanto la ceja se cruzó de brazos, eso no era algo nuevo – él me dejo se llevó todas las cosas de valor, solo me dejó demasiadas deudas, los cobradores han estado yendo a mi casa para que les pague, pero no tengo nada.

—No me digas que le dejaste la clave de tu cuenta – negó con su cabeza, esa mujer era más estúpida de lo que se imaginó – ¿cuánto debes pagar?

La vio extender un montón de documentos los leyó con detenimiento, al hacer las sumas rápidas se dio cuenta que debía más de diez millones de dólares, la miró con rabia ella solo se encogió.

—¡Me crees banco! – gritó todos los que estaban alrededor se pudieron demasiado derechos – acaso crees que yo siembro arboles donde sale dinero o que lo que como se convierte en dinero.

—Pero cariño, no es mi culpa, yo…

—¡Si lo es, maldición! – trató de calmarse, sabía que si se salía más de sus casillas podría llegar a golpearla – solo te gusta estar bajo el cuidado de un hombre, pero jamás te has puesto a pensar si es adecuado.

—¿Entonces me ayudarás? –

—No tengo ese dinero – sabía que tenía dinero, pero no podía solo regalarlo – ¿Qué pretendes?, ¿qué venda mi casa? o ¿mi finca desalojando a todos los que viven en ella?, tampoco puedo desocupar mis cuentas por ti.

tu eres mi flor de lotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora