capítulo 22

26 1 0
                                    

Distancia ll



Dejar a Eren había sido demasiado difícil, ya estaba tan acostumbrado a su presencia que sentirlo lejos era como una maldición, pero trabajo era trabajo, siempre se esforzaba más de la cuenta, teniendo en cuenta que ahora era por un bien mayor, la seguridad de muchos ¨desafortunados¨.

El viaje fue agradable, no hubo ningún problema, solo obviando el escuchar de manera desesperantes los suspiros del rubio mientras observaba su celular.

—Ya cállate mierda – le reprocho, golpeo con fuerza él apoya brazos – me estas enloqueciendo con tus estupideces de quinceañera, Armin está bien.

—Pero me hacen tanta falta mis amores – empezó a sentir un fuerte deseo de lanzarlo del avión –

Con esa respuesta solo hizo que lo ignorará con más fuerza, odiaba escuchar sus cursilerías, lo más triste de todo es que solo habían pasado unas cuantas horas de haberlos dejado.

Al llegar trato de pensar positivo, todo iría muy bien, así regresaría a su hogar mucho antes de lo imaginado, pero la vida podía ser una perra si se lo proponía, ahí estaba toda la familia del cara de caballo, junto con más ciudadanos con pancartas que exigían que se marcharan, que los ¨defectos¨ debían ser exterminados, en vez de ser ayudados.

—Capitán Ackerman – esa voz enfermiza, de verdad que lo odiaba cada vez más – amablemente pedimos que dejen este proceso, los dioses han castigado a esos seres inferiores y no deseamos que leyes humanas generen cambios.

Se acercó lentamente, sus pasos sonaban con gran fuerza por el pasillo, al llegar junto al cara de caballo, con gran fuerza de voluntad posó su mano en su hombro, lo sujeto con fuerza.

—Si esto es amablemente, no quiero imaginarme como será de forma hipócrita – poso sus ojos en el más alto, apretó más su hombro – todos los seres humanos merecen respeto y piénselo de este modo, que tal su futuro heredero nazca ¨defectuoso¨, ¿lo piensa abandonar?

Todas las personas que se encontraban ahí se sorprendieron ante su respuesta, los murmullos empezaron a ser presencia, se escuchaba un "tiene razón" de fondo, tomó su maleta, se alejó de la turba que ahora se veía dudosa ante lo ocurrido. Nadie hizo ningún comentario hasta el hotel, ahora sí que se sentía de mal humor, solo por joderle la existencia a esa partida de imbéciles, haría que esa ley se firmara como sea.

Descansaron unas tranquilas horas, se permitió soñar con su amado, sabía que estaba ocupado, después acordarían una hora fija para comunicarse diariamente.

Así con la determinación más que inspiradora, se dedicaron a trabajar, el gran Mahara se encontraba en una desdicha muy visible, su pequeño orgullo había sido mancillado por seres que no respetaban la vida humana.

—Hemos protegido a nuestro hijo de las adversidades de la vida – el anciano empezó a explicar con tranquilidad además de una voz sumamente suave – sabíamos de las atrocidades que se generan en el exterior, así que todos sus estudios fueron privados, nunca nos sentimos avergonzados de él, pero sabíamos que la sociedad lo señalaría.

—En ese momento no pensó en las dificultades de lo que no tienen la misma posición social? – pregunto Erwin con la seriedad que lo caracterizaba en el trabajo – usted mejor que nadie debe saber que las castas son muy fuertes.

—Lo sabíamos – respondió, llevó su mano al rostro – pero no veíamos la necesidad, es lo que llamamos el egoísmo familiar, solo pensábamos en nosotros, pero jamás en los demás.

—Con lo ocurrido – la esposa que había estado llorando hablo – queremos asegurar que las calles sean seguras para todos, buscamos asesoría y nos dijeron que ustedes habían estado tratando de ayudar desde hacía un par de años.

tu eres mi flor de lotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora