A la mañana siguiente me desperté con un terrible dolor de cabeza, no me acordaba de nada de lo que había pasado la noche anterior, pero tenía claro que debía de haber bebido muchísimo alcohol porque la resaca que tenía en aquel momento no me la quitaba nadie.
Me levanté y como era de esperar, Marta no estaba en ningún lugar del piso, por lo que me dispuse a preparar mi desayuno y hacerme un café para intentar despertarme y que se me fuese esa resaca.
Pasé toda la mañana tirada en el sofá del salón terminando de ver las películas que Netflix me había recomendado esa semana y pedí unas pizzas para comer.Después de comer y de recoger todo, empecé a arreglarme. Justo el viernes de la semana pasada me había apuntado al gimnasio para hacer algo productivo con mi vida- y ya de paso ver a algunos buenorros, pero eso es otro tema- y aunque tuviese una jaqueca del demonio no podía empezar faltando el primer día, así que me arreglé a duras penas, cogí mi mochila y me fui.
Barcelona estaba llena de anchas avenidas y calles muy planificadas. Por la zona en la que yo vivía había muchas grandes avenidas las cuales a su vez tenían muchas callejuelas pequeñas
-e incluso un tanto peligrosas a ciertas horas de la noche- a su al rededor.La avenida que llevaba a mi gimansio era de las más anchas, tenía una carretera que la dividía en dos y bastantes árboles a ambos lados de la carretera, la cantidad de callejuelas por las que no pasaba casi nadie a las que se podía acceder por esta avenida era impresionante.
Iba andando cuando de repente me empiezan a llegar muchos mensajes, tantos que decido mirar la pantalla. Como no, el nombre de "Marta" aparecía en cada notificación, impresionante. Empecé a leer cada uno de los mensajes y no me di cuenta de que iba de frente a una farola, con la cual claramente, me estampé.
-¡Joder!- dije
Me pegué tremenda hostia contra ella, pero lo que más me preocupaba en aquel momento era mi móvil, en su pantalla aparecía un claro mensaje "SIN TARJETA SIM" , la cual obviamente había saltado debido al choque y no la veía por ninguna parte, por lo cual estaba incomunicada, no podía hacer llamadas telefónicas ni acceder a WhatsApp. Mierda, si es que para que salgo de mi casa.
Miré hacia adelante, vi a un chico que debía de tener mi edad, sobre unos diecisiete años. Era alto, de pelo castaño y para que mentir, se le veía bastante bueno aún que lo estuviese viendo de espaldas. Iba con un chándal del FCBarcelona, lo cual tampoco me extrañó ya que aquí la gente es bastante aficionada al fútbol y deduje que probablemente iba camino de mi gimnasio y que quizás él sabía como solucionar el problema de mi móvil.
Fui corriendo hacia él un poco de mala hostia, aún me seguía doliendo la cabeza y encima ahora estaba incomunicada y le paré.
-Perdona, ¿podría...- le empecé a decir mientras le tendía el móvil, él mientras tanto cortó la frase que estaba diciendo, me cogió el móvil, entró en cámara y nos sacó a los dos una foto juntos.
-De nada- dijo.
Le quité mi móvil y le pegué una hostia.
-¿ERES GILIPOLLAS O QUE COÑO TE PASA? ¿¡Quién mierda te crees para coger mi móvil y encima meterte en la puta cámara y sacarnos una foto, joder!?- Tenía la mecha muy corta después de las semanas horribles que llevaba viviendo y en esos momentos, lo primero que se me pasó por la cabeza es que quizás era un ladrón así que procedí a intentar pegarle otro guantazo.
Él sin embargo, me cogió la mano con fuerza apartándomela del camino a su cara y me metió a la fuerza dentro de un callejón. Me acorraló contra la pared, me sujetó las dos manos por encima de mi cabeza y puso sus piernas de tal manera que me dejó inmovilizada.
-Que sea la puta última vez que tú me hablas así- me dijo a centímetros de mi cara.
-Pues que sea la última vez que tú me haces una foto sin mi permiso- le dije yo, no había tenido que soportar tantas desgracias como para ahora tener que soportar a un imbécil.
-¿Y si lo hago qué pasa?- me retó sin apartarse ni un solo centímetro de mi cara.
-Mejor que no tengas huevos a saberlo- le respondí.
El chico, con toda su chulería y sin apartarme de la posición en la que me tenía- acorralada contra la pared, con una pierna suya entre las mias para que no pudiese moverme y sujetando con solo una mano las dos mias- sacó su móvil y me hizo una foto en esa postura. Me ardían las mejillas. Me estaba humillando y no lo podía permitir. La fuerza del chico no ayudaba, se veía que trabajaba su cuerpo. Maldije el día en el que dejé de ir al gimnasio hace 2 años, quizás si no lo hubiera dejado podría haberle dado una paliza, pero puestos a darle una paliza, estaba claro que tenía todas las de perder. También maldije a mi compañera de piso, que me había convencido/obligado a ir a esa maldita fiesta en la cual me había emborrachado y por eso ahora tenía un terrible dolor de cabeza que tampoco ayudaba a escapar .-Parece que he tenido huevos a saberlo, guapa- dijo con un tono irónico y amenazante.
Me estaba empezando a dar miedo. Miré hacia la derecha y vi un flash.
-¿Qué ha sido eso?- dije.
Parece que él también lo vio porque en seguida me soltó. No sabía que acababa de pasar.
-Mierda- dijo.
-Imbécil, que sepas que te voy a denunciar.-tras decirle eso pareció darse cuenta de la gravedad de lo que acababa de hacer: acorralar a una persona contra una pared de un callejón, inmovilizarla y para colmo, sacarle una foto sin su permiso (dos fotos sin su permiso, para ser exactos).
-Ven conmigo a mi coche- dijo en un tono imperativo sin dejar lugar a respuesta.
-¿Y si no lo hago qué pasa?- usé su propia frase en su contra y eso pareció molestarle.
Tras decirle eso, me giré y salí corriendo.
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Mi amor prohibido
RomanceEnemies to lovers Relación falsa Fanfic con Pablo Gavi Laia decide pasar un verano en Barcelona, donde no conoce a nadie. Un día, mientras camina por la calle, le empiezan a llegar muchos mensajes de su compañera de piso, a la que decide contestar y...