Capítulo 8- Primeros problemas

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-¿A qué te refieres con eso de que no voy a tener una habitación para mí sola?- pregunté indignada. Quizás había firmado el contrato demasiado rápido.

-No puede ser verdad...- escuché decir a Gavi llevándose las manos a la cabeza, como si se estuviera dando cuenta de algo.

-A ver, tranquilizaos. No supone tampoco ningún problema- dijo Pedri tan tranquilo.

-A VER PEDRI, ¿PUEDES DECIRME QUÉ COÑO NO SUPONE NINGÚN PROBLEMA? ME HABÉIS HECHO FIRMAR UN CONTRATO Y EN NINGÚN MOMENTO PONE NADA DE LO QUE ESTÁS HABLANDO- no podía contenerme más, tenía los nervios a flor de piel y lo peor era que ya no me podía echar para atrás, el contrato estaba firmado y estaba obligada a cumplirlo.

-Tampoco ponía nada de que fueras a tener una habitación para ti solita- dijo sin dejar de mirarme, pero al ver mi cara de enfado prosiguió- Vale a ver... No sé cómo empezar a contar esto pero...- empezó a decir pero Pablo le interrumpió.

-Vamos a tener que compartir habitación.

Era increíble, mi vida había dado un giro de 180° y cada vez iba a peor.

-¿Tú y yo?- estaba atónita.

-Sí, por suerte o por desgracia, tú y yo.

-¿QUÉ? ¿TIENES UNA PUTA MANSIÓN Y NO TIENES UNA PUÑETERA HABITACIÓN DE SOBRA PARA QUE DUERMA SOLA? No me lo puedo creer. Me niego a dormir con él.

-A ver, la mansión es relativamente nueva y no tengo los dormitorios amueblados, solamente el mío y el de Pablo, que se vino a vivir conmigo hace 2 semanas; y como es él el que me ha metido en este problema también va a ser él el que tenga que dormir contigo.
El contrato ya está firmado por parte de los dos, así que ya no hay vuelta atrás- dijo Pedri tan tranquilo, quitándose el problema de enmedio- ajo y agua.

-¿Ajo y agua?- pregunté.

-A joderse y a aguantarse- casi se me escapó una risa al oír decirle la expresión, pero no podía permitir que me viera riéndome en un momento en el que estaba teniendo una puta crisis mental.

-Increíble pero cierto- escuché decir a Gavi, pasándose las manos por la cara- tiene que haber una manera de solucionarlo.

-¿Tiene? DEBE de haber una manera de solucionarlo, dormiré en el sofá.

-En mi sofá no se duerme nadie, no quiero que el salón de mi casa sea un nuevo dormitorio, por favor y gracias- Pedri cada vez me estaba poniendo más nerviosa, no le gustaban ninguna de las propuestas que hacía y eso me estresaba.

-Venga, Laia, acepta por favor- Gavi estaba intentando convencerme porque le convenía.

-Vale, acepto con una condición...- ya que ya había firmado el contrato y no había forma de echarse para atrás decidí que si yo sacrificaba mi privacidad, él iba a sacrificar su sueldo, trabajara donde trabajase, me daba igual.

-¿Cuál?- dijeron Pedri y Gavi al unísono.

-Que me paguéis tres mil euros más a la semana.

-Desde luego que la tipa no tiene un pelo de tonta, te va a arruinar- le susurró Pedri a Pablo.

-¿En serio?- le oí suspirar- Qué se le va a hacer, acepto- me extendió la mano para que se la apretase. Estaba segura de que en ese momento estaba carcomiéndose por dentro, pero en todo momento mantuvo su faceta seria y sin mostrar ningún tipo de sentimiento. Cada vez era más misterioso, quería saber quién cojones era para que le diera tanto miedo que ese vídeo saliera a la luz.

Nos dimos un apretón de manos mientras él me penetraba con la mirada, casi que podría decir con seguridad que era una mirada de odio. Hicimos contacto visual por más tiempo del necesario, tanto que tuve que apartar mano de la suya rápidamente ya que él la tenía sujeta con bastante fuerza, sin apartar la mirada de la mía, cosa que me imponía.

-Bueno, espero que disfrutes de tu estancia en mi casa- de repente habló Pedri, interrumpiendo el momento incómodo que estaba viviendo con Gavi. Sólo de imaginarme que tendría que dormir en la misma habitación que él me ponía nerviosa.

-Yo también lo espero- le contesté- ¿A partir de qué día empieza mi estancia aquí?

-A partir de hoy- dijo Gavi seriamente y sin dejar lugar a discusiones, interrumpiendo mi conversación con su amigo. Se le notaba que todo este asunto no le hacía nada de gracia.

-Imposible- le respondí- no tengo nada, todas mis maletas, mi ropa y lo que necesito está en mi piso. Además, no sé qué le diré a mi compañera de piso ni cómo reaccionará, teníamos un contrato hasta final de verano.

-No importa la ropa, yo te dejaré mi ropa si hace falta y ya mañana te acompaño a que cojas tus maletas- no me esperaba la momentánea amabilidad de Pablo- y respecto a tu contrato con tu compañera de piso...

-Seguro que a Gavi no le importará pagarle el precio acordado en el contrato a tu amiga- dijo Pedri, pasándole un brazo por encima de los hombros a su amigo, con una gran sonrisa en la cara y guiñándome un ojo.

No pude evitar reírme al ver la cara de sorpresa y espanto de Pablo.

Mi amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora