Capítulo 11- Rizos

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GAVI
Justo mi sueño estaba llegando a la parte más salseante cuando empiezo a notar algo frío y líquido caerme por la cara. Era agua. Me desperté de golpe y pude ver a Pedri mirándome desde arriba con los brazos cruzados.

-¡Vamos ya, dormilón! Llegas tarde al entreno y dudo que a Xavi le vaya a hacer gracia. Tienes quince minutos para arreglarte y desayunar que salimos.

Ay Dios mío, había pasado una de las peores noches de mi vida y de lo último que tenía ganas en ese momento era de ir a entrenar.

-No me encuentro muy bien- intenté engañar a Pedri pero obviamente me salió el tiro por la culata.

-Gavi, déjate de tonterías y vamos. Si tan mal te encuentras vamos al médico- Pedri sabía exactamente cómo sacarme de mis casillas y eso era con sus maravillosas soluciones a todas las excusas que ponía. ¿No quería ir a una fiesta y le decía que tenía una entrevista la cuál no podía cambiar? Pedri me decía que él hablaría con el entrevistador y su empresa para que la cambiasen porque yo tenía que ir a la fiesta sí o sí. ¿No tenía ganas de ir al gimnasio y le decía que me había sentado mal la comida? Él me decía que íbamos al médico y me hacían un lavado de estómago. Y así con todo. Había momentos en los que directamente le decía un "no"rotundo y no intentaba poner ninguna excusa ya que a todo lo que le dijese le iba a buscar una maravillosa solución.

Me arreglé y me puse la equipación de mi equipo, el barça, con el cuál había estado desde que tenía 11 años. Para mí, el barça ya es más que un equipo, es mi segunda familia. Pasé muchos años de mi vida en La Masía y para mí ha sido la mayor oportunidad de mi vida, si no llega a ser por aceptar la oferta en la que tuve que abandonar mi casa, en Sevilla e irme a allí a estudiar y a entrenar, dudo que estuviera donde estoy ahora mismo.

Al principio me costó mucho, sobretodo el hecho de abandonar a mis padres y a mi hermana Aurora, con la cual tenía y continúo teniendo una muy buena relación, hablamos todos los días para contarnos lo que nos sucede y muchas veces viene a visitarme; casi podría decir que ella es incluso más amiga de Pedri que yo, mis sospechas se dirigen a que estuvieron de lío, aún que sinceramente espero que solo sean sospechas.

Otra cosa que me costó mucho dejar fue a mi mejor amigo Ale, con el cual había tenido una pelea hacía literalmente un día. Nunca aceptaba mis consejos y siempre me los recriminaba. Le había intentado ayudar con un problema que había tenido con su novia, la cuál le había humillado públicamente y él pagó su enfado conmigo, cosa que obviamente yo no iba a permitir.

Después de vestirme, peinarme y asearme me dispuse a bajar a la cocina. Iba bajando por las escaleras cuando de repente vi algo moverse, se me paró el corazón.

-OSTIA PUTA- pegué un brinco. Se me había olvidado totalmente que Laia estaba en la casa. Había visto un cabello rizado moverse y pensaba que estaba empezando a tener paranoias o que la niña de la curva había venido a visitarme para que no fuera al entreno.

-¿Qué te pasa? No me digas que te habías olvidado de que estaba aquí- como sabía la cabrona exactamente lo que me pasaba...

-Cállate rizos- le solté sin pensar- voy a desayunar y me piro.

-¿Cómo me has llamado?- preguntó.

-¿Cómo te he llamado?- la vacilé.

-No me vuelvas a llamar rizos por tu propio bien- se levantó del sofá y empezó a dar pequeños pasos hacia mí.

-Vale perdón, ya no te vuelvo a llamar Rizos, Rizos- seguí vacilándola.

-Te recuerdo que duermo en tu misma cama, guapo- me amenazó.

Mi amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora