Me levanté de la cama y me dirigí a la habitación de mi padre, o, al menos, la que supuse que era. Y sí, acerté. Incliné la cabeza y lo vi en la cama. Le daba la espalda a la puerta, así que no sabía si estaba durmiendo todavía. Entré lo más sigiloso que pude e intenté asomarme. No quería despertarlo. A mí tampoco me gustaba cuando me despertaban, aunque, generalmente, lo hacía la alarma.
Tuve que subirme a gatas a la enorme cama para poder cerciorarme. Me acerqué y lo vi con los ojos cerrados, durmiendo apaciblemente.
—¿Me estás espiando? —dijo de repente.
Yo vomité el corazón ahí mismo del susto. Me llevé la mano al pecho como buena señora mayor y me dejé caer en la cama.
—Casi me matas, papá —contesté.
Él se dio la vuelta con una expresión divertida en su rostro.
—¿Qué hacías?
—Comprobar que tu sistema respiratorio seguía cumpliendo su función. Nunca se sabe cuándo puedes encontrarte un cadáver familiar en una cama —le dije burlonamente.
—Veo que tu humor está a pleno rendimiento desde por la mañana. —Rodó los ojos.
—Espero que el tuyo también, porque tengo dos preguntas que hacerte. Son de vida o muerte. —Me senté en la cama con una sonrisa para nada fingida—. ¿Cuál prefieres primero, la buena o la mala? —Solté mientras me balanceaba en la cama de un lado a otro, preso un poco de los nervios.
Mi padre parecía bastante divertido con mis actuaciones dramáticas, pero es que era mi naturaleza. No podía ser de otra forma.
—Dime la buena. —Se aventuró a decir. Creo que yo también hubiese elegido esa.
—¿A qué edad te empezó a salir la barba?
Mi padre enarcó una ceja. Creo que no se esperaba una pregunta como esa. Es rara, lo sé.
—¿Para qué quieres saber eso? —preguntó con curiosidad.
—Para prepararme mental y económicamente. —Mi padre se rio—. Jo, papá. No le veo la gracia. Es decir, creo que es normal que te lo pregunte, ¿no?
—Ya, ya. —Volvió a reírse un poco—. Pero no lo vi venir. No te imagino con barba.
—Yo a ti tampoco —me enfurruñé— y eso que eres viejo. Ahora que lo pienso, ¿por qué no te dejas barba? —Ladeé la cabeza.
—Junghyung, si quieres obtener algún tipo de información, no creo que llamando viejo a alguien sea el mejor botón que puedas apretar —contestó mientras se sujetaba la cabeza con la mano.
—Venga, papá. Tú me entiendes. Eres mayor. —Rodé los ojos y negó con la cabeza.
—Supongo que a los quince o dieciséis. —Se encogió de hombros.
—¿Cómo que supones? Papa, por favor, necesito que seas más específico. —Me crucé de brazos.
—No me acuerdo —dijo con simpleza—. ¿Para qué voy a querer acordarme de cuándo me salió la barba? Además, no es algo que aparezca de un día para otro. Te irán saliendo pelillos poco a poco, Jung.
Mi cara dramática tuvo que haberse visto a kilómetros.
—Voy a ir mentalizándome, entonces. —Me llevé las manos a mi lampiño rostro.
—Tienes trece. —Se rio—. ¿Cuál es el drama?
—No quiero tener barba —hice un puchero— y voy a tener que afeitarme.
ESTÁS LEYENDO
To Mr. Jeon [KookV]
FanfictionJeon Jungkook recordará el día en el que recibió un paquete que le cambió la vida.