—1:30, HORA DE SALIDA.
Sólo escuchar la voz de Hikari, la recepcionista, por los altos parlantes hace que todos sonrían, como si fuera el veredicto del Papa en persona. Ah, madrugada de un recién empezado sábado, a disfrutar un buen fin de semana durmiendo. Coloco mi última caja sobre la pila que ya he formado para salir del almacén. Sacudo los guantes de carnaza, quitándoles el polvo. Apago las luces con el hombro, mientras rebusco en mis bolsillos el candado de la puerta, cierro el pestillo y lo coloco para seguir a toda la estampida de empleados hacia los casilleros. Estoy tan cansado, ha sido un día pesado. Me trueno el cuello en inercia, el sonido retumba en los oídos, como una nuez recién partida. Estoy adolorido, podrido en sudor. Me he desabrochado la parte superior del overol para tratar de aliviar el agobio de morirme en mi jugo, pero aunque me he quedado en camiseta por casi dos horas sirvió de poco. La ventilación de la bodega se ha vuelto a averiar y estar ahí dentro esta semana ha sido como una sauna en el infierno con un solo demonio dentro. Necesito un baño de agua fría tan pronto llegar al departamento.
Acomodé veinte cajas de 13 kilos en media hora, es un récord personal. Supongo que eso merece una muy buena cena hoy. ¿Pizza? ¿Hamburguesas? Hay tantas posibilidades, hasta llamar a Takanori lloriqueando para que me prepare un poco de espagueti con la excusa de haberme lesionado para por fin verlo, pero teniendo en cuenta la hora sería ridículo hacerlo. Primero le causo un infarto, y luego me manda a la mierda. ¿Y quién no? Riéndome de mis estupideces me quito los guantes, y trueno mis dedos al pasar frente a la recepción. Hikari está guardando sus cosas. Me detendo un segundo para daludar, un movimiento pequeño con la cabeza, al que me responde con una sonrisa tímida. ¿Porqué tiene que ser tan malditamente bonita? Se ha vuelto mi amor imposible desde que entré a la compañía. He intentado invitarla a salir ya tantas veces, pero parece ser tan tímida que siempre termina huyendo de mí cuando estoy por proponérselo. Ya nisiquiera lo pienso, me ha desmotivado, aunque irónicamente últimamente ella parece interesada. Supongo que lo que decía Takanori era cierto.Deja de poner interés y ella te pondrá interés.
Yazunawa, mi compañero de turno pasa a mi lado chocándome el hombro con el codo. Me dedica una mirada rara a la que no sé reaccionar, junto a una sonrisa maliciosa que me hace temer por mi dignidad. Apenas puedo reaccionar cuando siento sus manos empujarme de lleno el costado y mandarme a volar justo en frente del mostrador de Hikari. Me quedo sin aliento al intante. Hikari suelta un grito ahogado. Corre hacia mí rápido, tirando algunos papeles al paso, buscándome casi desesperada el rostro. Ah...supongo que me lo merezco, merexco ese empujón por hablador, por contarle que quería salir con ella. ¿Porqué tuvo que tocarme un compañero tan entrometido e idiota como Yazunawa? Maldito mastodonte cerebro de cacahuate. Me incorporo como puedo, alejándome un poco del mostrador para poder sostenerme el estómago con las manos. Aparentando por hacer que nada sucedió, aunque ni yo me lo creo. Saludo tontamente, pero enseguida vuelvo a doblarme con dolor mientras ella me sonríe, ahora un poco más divertida que preocupada. ¿Porqué siempre la cago? Ah.
—¿Estás bien? –Su voz risueña, como si intentara contener la risa me obliga a salir de mi trance.
Levanto la mirada. Sus ojos se clavan en los míos, dejándome sin palabras. Creo que hasta ahora me doy cuenta de sus bonitos ojos grises. Me mira con cautela, como a un animal herido, así que me obligo a incorporarme. Vaya golpe me he llevado, tengo ganas hasta de ir al baño. Creo que tengo la solución para no comprar más laxantes. Carajo. Suelto un pequeño quejido al respirar hondo y ella pone su mano sobre mi hombro.
—Casi se me sale el alma, pero todo bien.
Ella ríe. Aparta su mano. Vuelve a tomar esa pluma rara que siempre utiliza.
Parece que se la ha robado a mis sobrinos. Tiene un pato encima y sale volando si oprimes una de sus patas. Eso lo aprendí a la mala por curioso, el maldito me dejó un ojo morado. Todos se rieron de mi a sus anchas por tres semanas enteras.
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Because I'm Stupid (Reituki)
FanfictionAkira y Takanori son amigos desde hace más de una década. Gustosos por la música soñaban con la fama algún día, sin imaginarse que sólo uno de ellos seguiría de lleno aquel camino. Mientras Takanori luchaba por un lugar en la industria, Akira seguía...