Because I'm Stupid (Reituki)

Once.

—Reiji. –dice Taka de pronto y en tono burlón mientras me quita mi lata de cerveza de las manos y le da un gran trago– Ese no era ni un niño, ni mucho menos era cortés. (*En japonés el nombre Reiji significa niño cortés.)

Su comentario me hace soltar una carcajada inesperada. Es cierto, nunca me detuve a pensar en ello. El significado de los nombres japoneses suelen ser muy tontos.
Antes de seguirle el hilo me revuelvo un poco en el sillón, buscándome una posición cómoda Y acomodando bien sus piernas sobre las mías (que por cierto, aunque no lo parece pesan un montón) y resignándome a quedarme quieto mientras me recargo en el respaldo del sofá. Él está semi acostado, como si estuviera en la playa o algo así, viviendo la buena vida, por lo que solo me dedico a mirarle. Realmente soy su cojín para todo. Creo que ahora mismo nos vemos de lo más homo, ¿Pero realmente cuenta algo como eso cuando ya tenemos tantos años de amistad y tanto confianza de por medio? Con el paso del tiempo esto va haciéndose de lo más normal para ambos, nos vamos haciendo cada vez más unidos al grado de poder estar abrazados sin ningún tipo de problema y a ninguno le parece raro...aunque en cierto modo sí que lo sea. En fin.

—A veces los padres no piensan en cómo será su hijo cuando crezca. –comento al fin y Taka sonríe de medio lado mientras me mira, negando ligeramente con la cabeza– Mírame a mí, literalmente soy ''claro'', y estoy negro comparado contigo, y con cualquiera. No tiene sentido.

—Mi nombre tampoco tiene sentido...''trasladarse a las alturas'', ¿Pensaban que su bebé era un maldito cohete humano? ¿Un avión? –alega Taka mientras yo me parto de risa a su lado ante su comparación– De verdad...¿Qué clase de cojonudo nombre es ese? Suena como si mis padres hubieran estado drogados al momento de escogerlo.

—Bueno, ¿Qué querías que tus padres adivinaran que serías enano de por vida? Quizá pensaron que llegarías por lo menos a dos metros en la adolescencia y ni a medio camino quedaste. –bromeo y él me tira algo de cerveza encima en venganza, riéndose– ¡Ah! Takanori, está helada mierda...pero ya en serio, ¿Te subirás en una escalera o en un elevador? ¿O te paso un banquito para que te subas encima?

—¿Un banquito? No. Mejor me subo encima ti y llego más lejos. –espeta y ambos nos quedamos mirando seriamente.

—. . .

—. . .

—Que homo sonó eso. –espeto sin evitar reírme y él me da un doloroso talonazo en el pecho, sacándome el aire y haciendo que la parte mojada y fría de mi camiseta se pegue aún más a mi pecho.

—Cállate y cómete mi pie. –dice él riéndose mientras me amenaza acercando su pie ahora a mi cara– Sacas de contexto mis palabras.

No puedo evitar volver a reír en cuanto puedo, y sin pensármelo mucho atrapo su pie solo para molestarlo haciéndole cosquillas. El suelta un chillido al instante y comienza a retorcerse mientras me pide que lo suelte.
Desde que hemos llegado al departamento solo hemos cosas no tan productivas. Después de mandar los zapatos a la mierda nos quedamos descalzos, y con riesgo de pulmonía anduvimos caminando de aquí a allá. Comimos solo por golosina un bote de helado entero entre los dos y tras eso nos pusimos nuestras pijamas en esperanza de que nos quedáramos dormidos en algún momento mientras mirábamos la televisión en la sala...pero ahora queda claro que eso nos cuesta. Ya es cerca de media noche y no hay señas siquiera de que ninguno tenga sueño siquiera. Ah...si esto sigue así me temo que terminaremos bebiendo más, hasta caer.
De verdad, ¿Quién diría que después de tantísimos años seguimos haciendo exactamente lo mismo? Takanori sigue viniendo a mi casa, sigue quedándose a dormir, seguimos sentándonos juntos en sillones en los que apenas entramos juntos y seguimos viviendo la vida despreocupadamente tal cual un par de adolescentes.