Capítulo veinte

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____ PALADINO

Era sábado, por lo que me había despertado un poco tarde.

Desayuné mientras charlaba con mamá en la cocina antes que se fuese a su oficina, arreglé mi cuarto mientras escuchaba música en un antiguo casete que mis padres escuchaban, pedí comida a domicilio, hice deberes... Estaba nublado y no me apetecía salir.

Al rededor de las 4 de la tarde me cambié a ropa de deporte, para después bajar al sótano, bajar por el y ponerme a entrenar. Estiramientos, máquinas, saco... un poco de todo. Antes hacía lo mismo con papá.

Seguí dándolo todo hasta que ya no pude más, unas 2 horas más tarde, y el recuerdo de mi padre no se iba.

Después de un rato de descanso subí a la planta de arriba. Me dirigía al despacho de papá que aún seguía intacto.

"Es uno de los lugares más importantes para él. Aquí lucho día y noche por lo que quería." me dijo mamá cuando le pregunté.

Iba allí cuando me acordaba de él. Me sentaba en su silla y encendía el ordenador viejo que tenía para mirar fotos o vídeos guardados allí. Él con mamá, conmigo o los tres juntos. Me sentaba en su sofá o cualquier otra cosa.

Ese día me fijé en la estantería llena de libros que ocupaba toda una pared.

Me llamó la atención uno que era más pequeño que los demás.

-No me había dado cuenta.- murmuré acariciando los lomos de los libros de alrededor hasta que llegué a ese e intenté sacarlo.

Una luz roja llegó a mi ojo izquierdo cegándome por un instante. Las estanterías comenzaron a moverse hasta dejar ver un ascensor con una cerradura de pin.

"Inserte la huella o el pin." no paraba de repetir la máquina.

Puse mi dedo índice donde indicaba y las puertas del ascensor se abrieron de par en par, dejando ver el interior de este. Era todo de metal blanco. Entré y este se cerró, moviéndose hacia abajo a una velocidad increíble. Al volver a abrirse vi una sala grande y moderna, de blanco y azul celeste. Allí también había un escritorio grande con un par de ordenadores. Avancé hasta detrás de la mesa y lo primero que noté fueron las tres fotos enmarcadas en una esquina de la mesa. Una con mamá cuando eran más jóvenes tumbados en la hierba, otra conmigo aprendiendo a caminar y la última los tres con una cajita negra al lado. En esta había un cierto desnivel de dejaba notar un relieve hacia dentro.

Me llevé la mano al cuello hacia mi collar.

Me lo saqué y lo puse encima de la cajita.

Encajaba perfectamente.

No pude contenerme las lágrimas y salí de allí lo más rápido que pude porque me comenzó a faltar el aire.

Nada más salir del ascensor de vuelta al despacho de mi padre las estanterías volvieron a su puesto como si nada hubiese pasado.

Decidí salir. Ir por las calles de Metroville sin destino alguno, simplemente para reflexionar.

••••••••••

Aparezco. 😎

Sorry por no actualizar, tenía que hacer el último sprint en el instituto para aprobar y luego estrenamos una obra de teatro que me quitaba la mayor parte del tiempo, pero ya volví con más ideas que nunca.

Nada es para siempre, excepto lo nuestro// Dashiell Robert Parr y ____ PaladinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora