Ep52: Dulce sobre amargo

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El viento frío podría ser un alivio o un sufrimiento para su cuerpo en esos momentos; la calma que se sentía no se comparaba con el dolor que recorría su cuerpo y sin embargo, no le prestaba la atención suficiente.

Su camino no podía detenerse, no debía parar, era lo que su mente repetía con odio, como si de un cruel maestro se tratase, y así lo hizo, soportó el ardor del roce de sus túnicas con la carne abierta y sangrante, soportó el dolor punzante de su pierna a cada paso que daba, y su mirar nublarse, cada que recogía oxigeno para seguir su camino, el frío, la nieve, y las heridas jugaban en su contra, todo estaba superándolo, el arma atada a su cadera no parecía sentir miseria o compasión por su portador, permitiéndole sentir al máximo su destrozado cuerpo y moribundo estado; sus dientes presionados entre si, solo demostraban la fortaleza que tenía para continuar ese camino, con un cuerpo en brazos, que cargaba con tanta devoción, mientras este perdía el calor correspondiente a un ser vivo, su deseo de continuar y aquella llama de odio y rencor sólo subía mas en su interior, se avivaba con cada paso, hasta que finalmente estuvo allí, a las puertas del gran templó Wong.

Entonces, como un aullido de auxilio, su voz escapo por su rasposa garganta, clamando el nombre del dueño de aquel edificio, mismo que llego, entre el dolor de su perdida y la visión frente a sus ojos, aquel joven temblaba, sus piernas pronto desistirían y pese a sus años de entrenamiento, cargar con un cuerpo congelado en su estado, y con dicho clima, a su edad, solo implicaba el peor de los castigos y tortura, añadiendo que el ser dueño del cuerpo fuere una persona amada.

Sus ojos no soportaron mas lo que observaba, lleno de pesar y dolor, permitió a los guardias el brindarle ayuda al cultivador extranjero que tiempo atrás trataron de forma cruel he injusta y ahora, frente a sus ojos, demostraba no ser nada de lo que aquellos rumores hablaban.

Por más que trataron de auxiliarlo, el de cabellos azabaches se negó, cerrando los ojos con fuerza y actuó como un niño pequeño y testarudo, enfrascado en cumplir su cometido, no fue hasta que el jefe de hogar dio la orden que los sirvientes pararon disgustados sus intentos de ayudarlo.

El menor de los presentes no llego ni a mitad del gran pasillo de entrada cuando sus piernas fallaron y se precipitó contra el suelo, aferrándose al cuerpo que cargaba en brazos impidiendo algo lo lastimase, causando así, que en la caída, sus rodillas y frente golpeasen secamente el suelo.

No solo las lágrimas rodaron por el rostro de aquella joven que por meses le trato como la peor escoria y estorbo en la vida de su hermana, los sirvientes fueron incapaces de mantener la mirada en el, poco a poco levanto la cabeza mirando a la mujer que posaba con los ojos cerrados entre sus brazos y a quien defendió tanto como pudo; finalmente, sus lágrimas escaparon, quemando su frío rostro.

Estas en casa, Meimei —susurró entre sollozos, incapaz de alzar la mirada, su cuerpo comenzó a sufrir espasmos suaves, que incrementaban el dolor en sus heridas, cuando finalmente pudo alzar su mirar, observó al jefe de hogar, con la seriedad que su joven rostro podía fingir, pues contrario a ello, ante los ojos del jefe, solo veía a un pequeño niño maltratado demostrar que era más que una desgracia como por largo tiempo fue tratado— Wong MeiLing esta en casa —Y con ello, la menor de los Wong comenzó a llorar, desgarrada, el jefe finalmente se partió permitiéndose llorar y lamentar no solo la perdida de su hija, sino, el dolor y la lealtad que aquel azabache demostró ante su hija.

La devoción con la que la cuidaba y sobre todo el dolor y mas puro amor que sus ojos expresaban al ver su cuerpo inerte, sin vida, y en avanzado estado de congelación tras su trágico final.

El joven correspondiente al injusto apodó "El bastardo Lan", dejo con cuidado el cuerpo de su amada en el suelo de aquella residencia, aquella promesa fue cumplida, acarició su rostro una ultima vez, disculpándose en silencio por no haberla podido salvar, su cuerpo trato de advertirle mas su orgullo y mente estaban cegadas, cuando impulso su cuerpo a levantarse usando su fuerza en sus tobillos, su cuerpo sufrió la última descomposición de dicho movimiento repentino tras " enfriarse" en aquel estado de reposo, cayó sordamente al suelo una vez más, mordió sus labios y ahogo un gemido lastimero, sintiendo pronto su cuerpo quemar y su mente nublarse ante el dolor, la sangre continuo tiñendo de rojo todo a su paso y aunque intento ponerse de pie una vez más, finalmente, cayó en la inconsciencia dejando a los médicos sirvientes del jefe de hogar atender sus heridas y resguardar el cuerpo de la heredera Wong para su pronto sepulcro.

No solo el pueblo Tai-Zhu estaba de luto, el Xue, quien pronto recobró los sentidos tras unos minutos de descanso y calor, también era capaz de sentir el vacío en su ser, odiándose, por no ser capaz tampoco de recordar a Mei Wong antes de aquel día, no poder recordar esa bella sonrisa, o esos ojos color hielo tan amables y dulces que siempre lo miraban, solo veía su cuerpo, inerte, bañado en el carmesí de su propio interior, con los ojos cerrados y una expresión pacífica en su rostro pese a su cruel muerte, atravesada por una espada maldita, dejada caer a un abismo del cual el Xue no tuvo miedo de entrar a salvarla, o por lo menos, recuperar su cuerpo, una promesa que meses atrás, de forma inocente se habían hecho.

"Si un día muero en un ataque, quiero que padre y MeiMei puedan despedirse de mi, de mi cuerpo, mi alma partirá en calma si después de mi muerte, mi cuerpo puede estar en casa"

Aveces sus conversaciones eran "raras", hablaban de cosas tan liberales como la muerte, los cadáveres feroces, cosas que su padre jamas le permitió explotar.

Entonces, escuchando su último deseo, Yue le prometió que si eso ocurría, si el no estaba para salvarla, entonces estaría para llevarla a casa.

" ¿Me llevara en brazos, como a un bebé?" Bromeó, y aunque Yue no contestó y solo le sonrió, incluso en la muerte, cumpliría sus "caprichos".

Esa misma noche, tras iniciar el sepulcro de Mei, Yue abandonó el recinto sin terminar de atender sus heridas, caminando rumbo a " casa", algo constante en los últimos meses, el joven viajaba desde cualquier punto en el que estuviere a aquella colina perdida entre los bosques de Gusu, una, donde la luz siempre daba en el mismo punto, fuere del astro rey o de la fiel amante nocturna, como si el mundo estuviere conspirando en su contra —una vez más—, esa noche, su fiel amante no se postró coqueta entre las nubes como lo hacía cada noche acompañándole en su pesar, mientras bebía un poco de un viejo y amargo vino, teniendo frente a el dos tazas servidas, llenándose de polvo y brisa nocturna pues sus correspondientes probadores no podrían volver a disfrutar de aquella "agua dulce" como alguna vez lo hicieron en el pasado.

¿Será acaso que aquella majestuosa y pálida amante nocturna se había cansado de su melancolía y noches llenas de autotortura memorial? De verlo recordar con el mas incesante dolor en el pecho todo lo que amo y murió frente a sus ojos, ¿Acaso era eso, o quizás, esta también había fallecido? Su luz también se había extinguido como lo fue la vida y el brillo en los ojos de todos aquellos a los que amo.

Fuere cual fuere la respuesta, esa noche, el joven azabache de apenas 17 años había finalmente perdido todo aquello que aún lo mantenía en la cordura, desde el resplandor de la luna, la bella y cálida mirada acompañada de la mas pura sonrisa y sentimiento mutuos de aquella cuidadosa compañera ojihielos, hasta la pureza y fe ciega en que todo podía mejorar y que, contrario a lo que todos eran capaces de hacerle creer, el no era un ser maldito perseguido por las desgracias.

Cuando abrió de nueva cuenta los ojos, aturdido por la luz del astro rey colándose por la ventana de madera, entendió haberse dormido en su última reunión, y a decir por sus mejillas húmedas y el ardor constante en sus ojos al parpadear, también era consciente de que había soñado, o recordado, todos sus motivos para hacerlo lo que ahora, de ser descubierto sin tener las bases y pruebas suficientes, sería ejecutado inmediatamente.

No.
Hace mucho que Yue había dejado de ser una víctima, pues ese papel jamás les daría justicia a las verdaderas víctimas de aquellos sucesos, Yue no podía, ni de chisme, considerarse a si mismo una víctima más, simplemente era el causante y como dicho ser, buscaba redimirlo que ocasionó buscando esa justicia que la divinidad no se dignaba a darle y ahora, haría por su propia mano.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2022 ⏰

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