Ep 45: "Egoísta (II)"

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El silencio reino con incertidumbre y pesadez, la mirada de ambos se encontró bajo una venda, y una máscara.

Las palabras no pudieron salir de su boca, menos, con el sonido constante de espadas chocando entre si de fondo.

Pronto, el cultivador de negro dio un paso tentativo hacia adelante, levantó sus manos queriendo acercarse a Yue, quien retrocedió.

No, no es lo que parece —Hablo aquel de negro, cuyo tono de voz se notaba nervioso y preocupado, Yue solo ocultó mas a Zhao sin bajar su espada, aunque de lejos se notase las nulas intenciones que tenía de herirlo, si se acercaba más, Yue retrocedería más y no permitiría aquel filo tocase su cuello.

Yue quiso creerle.

Pero le fue imposible cuando aquel cadáver con la apariencia de Song Lan apareció frente a el, el bastardo dejó caer su espada observando al cultivador y al cadáver, sus ojos reflejaban sorpresa, terror y un incontrolable dolor.

S-Shixiong... ¿Song Shixiong? —La voz destrozada del pelinegro fue incluso más confusa en esa situación, Wei WuXian solo observaba en silencio, sin saber que decir igual que el resto de los presentes.

Sólo entonces, Yue cambió aquella asustadiza actitud y atacó de lleno a Xue Yang, cortando su mejilla antes de regresar la espada, dando un paso hacia enfrente y desviarla al cuello de aquel cadáver, antes de poder tocarlo, la espada que incesantemente peleaba contra Lan WangJi interrumpió la suya.

Aquel sujeto escondía su rostro, y no le permitió destruir aquella marioneta, la pequeña residencia se vio invadida por cadáveres feroces, alterando los sentidos de Yue, su espada tembló atada a su cintura, comenzando a nublar la cordura y mente del Lan, la energía resentida y el polvo de cadáver se esparcía frente a el incitándolo a enloquecer.

— ¡Vete! —Grito Xue Yang, y Yue obedeció.

Se dio la vuelta cargando a Zhao en brazos y se impulso con la energía resentida para dar un salto lo suficientemente fuerte para pasar sobre todos y correr en una dirección en especial: la casa de los ataúdes.

Huía, huía sin esconderlo, su mente no daba a bastó y solo quería escapar de lo que ocurría frente a sus ojos.

Al llegar a la casa de ataúdes, se dejo caer al suelo sin soltar a la mundana, respirando con pesadez, y forzando a su propia fuerza a no desvanecerse en ese momento, a no dejarse caer en la locura.

Zhao Bo se soltó de sus brazos, mirándolo con miedo, antes de acariciar sus mejillas pidiéndole cualquier reacción, pero el azabache no era capaz de pensar en eso, la imagen de sus allegados como cadáveres feroces no dejaba de atormentar su mente.

Zhao Bo se asusto, sacudiendo sus hombros pero este siguió sin reaccionar, no fue hasta que vio unas siluetas sutilmente reconocidas que se calmo, levantándose y corriendo hacia ellos.

— ¡A-Huo, no, no responde! —Se forzó a si misma a hablar bien, expresando su miedo y preocupación, Wei WuXian solo le siguió junto a los menores hasta donde este estaba.

Inmóvil, en la entrada de aquel edificio, como si esperase a que alguien le abriera la puerta, mirando el suelo con la respiración pesada y los ojos opacos, JingYi no se sintió capaz de acercarse a verle, aquella reacción nunca fue vista anteriormente, ningún Lan ni secta en la que Yue hubiera estado por alguna misión o razón de fuerza mayor había visto al azabache romperse y expresar su más profundo terror de aquella forma.

No desde la secta invernal Su-Hao.

Lan Huo... —Murmuró SiZhui, y el ambiente se volvió aún más pesado.

Yue se puso de pie lentamente, sin mirarlos en ningún momento, y dio un paso al frente antes de abrir la puerta de aquella estructura.

Estaba vacía.

No había nadie esperándolo allí.

Xiao XingChen, no estaba por ningún lugar.

Abrió la boca deseando gritar, clamar el nombre de los mayores deseando al cielo solo fuera una farsa, una pesadilla, guardando un mayor resentimiento contra si mismo pensando ciegagmente, que todo era su culpa nuevamente.

Antes de poder decir algo, fue Wei WuXian quien noto una anomalía haciéndoselos notar a los presentes, el constante sonido de golpes al suelo con bambú había vuelto, guiándolos a un punto en especial de aquel lugar.

Lo siguieron sin problema alguno, Zhao permaneció junto a Yue, sujetando la manga de su túnica exterior, a lo que este trato de recomponerse para continuar con la "misión" y proteger a Zhao ante todo.

Se acerco lentamente, observando atónito aquel ataúd decorado, su respiración se frenó de golpe, palideciendo, y sus ojos se abrieron con horror, acercándose también a donde el cadáver de A-Qing lo miraba entristecido.

X...Xiao... —La voz de Yue se entrecorto, y un grito de ahogo en su garganta mientras sus ojos se cristalizaban con tenuedad— Xiao XingChen... —Le dio nombre a aquel cuerpo sin vida reposando en un ataúd pulcramente limpió y decorado, cual reliquia inmortal.

Se negó a creerlo, mientras los demás teorizaban y buscaban entender que había ocurrido y que relación tenían entre si, muy profundamente, también intentaban entender porque el bastardo de los Lan estaba tan afectado.

Zhao se acercó nuevamente, mas Yue le impidió ver el cuerpo, cubriendo sus ojos y pidiéndole se pusiera a salvo, en una habitación en especial de aquella casa, a lo que la pequeña aceptó sin rechistar y se escabulló para esconderse.

Yue volvió su vista a lo ocurrido, con seriedad y frialdad miro aquel cadáver feroz que trataba de hablar, mas le era imposible por la falta de la lengua.

No eres ella, deja de lucir como ella —Hablo, con un tono completamente contrario al que tenía al inicio de la cruel revelación; un tono aspero y hostil, tan agresivo y calmado que era imposible de saber si hablaba el, o la energía de aquella espada maldita en su lugar.

Era obvió, se aferraría egoístamente a la idea de que aquellas personas seguían vivas, que todo era una trampa o un cruel juego del destino.

Alguien, por favor ¿¡puede pensar en los niños!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora