Ep4: Mareado

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Su plan, según lo estimado, estaba saliendo a la perfección; Xue Yang pronto llegaría a la cuidad Yi, aun si realmente ese no era su destino, la estrepitosa lluvia que se había presentado hacia unos minutos no pensaba dejarlo ir mas lejos, como pudo se adentro a una casa abandonada la cual estaba cubierta por una fina capa de polvo y una soledad, que Xue Yang sentía nostalgia, recordaba su niñez, escondido en casas abandonadas donde la triste oscuridad era su única compañía, como lo había sido los últimos años, mas negó con la cabeza, ahora, en sus brazos, tenia a su pequeña hermana, la oscuridad ya no seria su única compañía en aquella vida terrenal.

Abriéndose paso por el lugar, divisó lo que pronto se conformaría, era una habitación, con una pequeña pero mullida manta en el suelo, cubierta de polvo, como pudo, Xue Yang la volteó con la esperanza de que estuviera mas limpia de ese lado, donde recostó a su pequeña hermana, prendiendo la pequeña vela que tomo del umbral de aquella desolada casa, y bajo la tenue luz de la llama noto algo que, durante el transcurso, no había visto; el estomago de la niña sangraba, demasiado, toda su ropa estaba ensangrentada y mojada.

Aun dormida, Yue estaba aferrada a esa espada de cubierta negra y sin detalles que le fue dada por Jin GuangShan, humillando una vez mas a su pequeña al darle un objeto tan simple para su potencial, demostrando una vez mas su deseo por hacer sentir inferior a la menor y seguir destrozándola silenciosamente, recordándole cruelmente a donde pertenecía, y eso repugnaba a Yang, mas se centro en la herida de la menor.

Arranco un pedazo de la tela de su vestimenta, y aprovechando la humedad limpia de esta, limpio y vendando la zona herida, pero no estaba seguro de nada, pronto, el miedo comenzó a corroerlo, ¿y si no despertaba? Pronto se vio abrazando a su pequeña acurrucadola en sus piernas, y comenzó a hablarle, incluso si no lo escuchaba.

Saldremos adelante de esto —Yang hablaba— Cuando era un niño, nuestros padres me abandonaron, no creó que sea tu culpa, Xue.. No creó que sea tu culpa, A-Yue —se corrigió a si mismo, llamando, por primera vez, de una manera tan cercana y cariñosa a la menor que yacía en sus brazos, inerte, y aun así, Yang le seguía hablando— tenía unos 5 años, quizás, y solía esconderme en las casas abandonadas por las noches, para no morir de frío ni de miedo; en las mañanas, buscaba pequeños trabajos, como mandar recados, recoger pedidos, algunos eran buenos y me daban comida, ropa o poco dinero, y otros, me golpeaban, me usaban para ofender a sus enemigos y no recibir una paliza; uno de ellos destrozo mi dedo, pero esta historia ya te la he contado. Recuerdo que me preguntaste como termine conociendo a tu "Yao Xiōng" usas mal el termino, pero admito que es adorable oírte pronunciar mal las cosas, No somos unos santos, A-Yue, mi trabajo es pecaminoso, asesino por dinero o por gusto; pero, cuando llegaste, todo cambio, no quiero matar, quiero protegerte, protegernos  —confesó su extraño cambio y el bien que la menor le hacia.

Alguien, por favor ¿¡puede pensar en los niños!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora