CAPÍTULO 12

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Amelia.

¿Inicio o Fin de los problemas?

Llegamos a casa y por la cara de Mariana y Brisa deduzco que la Maléfica ya está aquí, y eso no es todo sino que su hija también.

—¿Donde están?— pregunta mi padre.

—En la habitación— contesta Mariana.

—Ahora no— le pido— Antes quiero comer algo, tengo hambre.

—Está bien, tengo que estar contigo.

Mariana nos sirve la comida, veo a Brisa pasear de aquí para allá, niego cuando mi padre intenta darme más comida.

—Termina— niego.

—No quiero pasar por lo mismo de la mañana.

—Terminado la misión iras más seguido a los tratamientos para que puedas salir de esa enfermedad— asiento y besa mi frente.

—Amor, ¿por qué no me avisaste que llegaste?— cuando intenta besarlo se aparta— Hola Lia.

—Hola— bebo mi jugo.

—¿Vas a comer todo eso? Linda tienes que cui....

—¡Cállate ¿quieres?!— le gritan mi padre y Mariana al mismo tiempo.

—¿Qué te pasa?

—¡¿Que me pasa? Me pasa que por tu maldita culpa mi hija desarrolló un trastorno alimenticio. Deja de decirle estupideces!

—Papá no tienes que...

—¿De que estás hablando?— me paso las manos por mi rostro— Lamento que Amelia haya desarrollado esa enfermedad pero ¿qué tengo que ver?

—Deja de ser cínica, tú le dijiste que se veía gorda y muchas cosas más que le afectaron a mi hija— se pone frente a ella con rabia, su mandíbula está tensa y tiene las manos apuñadas.

—¿Qué estás diciendo? Yo jamás...

—¡Cállate y no te atrevas a negarlo!

—Amelia dile que yo jamás....

—¡No le dirijas la palabra!— la sujeta del rostro con sus dedos— ¡Te aguanté muchas, pero acabas de cruzar el límite, jamás le creí a mi hija cuando me decía que tu la tratabas mal pero esto lo cambia todo, me doy cuenta de la clase de mujer que eres!

—¡Está mintiendo, no te das cuenta que esto es lo que quiere, separarnos!

—¡Sé que no le agradas pero ella no inventaría algo así, conozco perfectamente a mi hija!

—Papá...

—Eres una mentirosa— se dirige a mi— Dile que todo es mentira— me da una mirada de advertencia.

—No, ya quítate la máscara de buena onda, conmigo no juegues más Malena, se acabó— en ese momento baja Sheyla.

—Mamá ¿que pasa?— aparece Sheyla.

—Eres una...— ignora a su hija, detengo su mano cuando intenta golpearme y mi papá la sujeta de los hombros.

—¡Cuida tu lenguaje y tus acciones con mi hija, eres la peor escoria que he conocido!

—Como te atreves a decirme eso.

—¡Te lo mereces, quiero que desaparezcas de mi vida y la de mi hija!

—Tú no me puede hacer esto, yo te amo, Adrián— intenta tocarlo y se aparta.

—Tú no me amas, tú amas mi dinero Malena, aquí se terminó tu juego, lárgate tu y tu hija.

Cada quién elige su destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora