CAPÍTULO 26

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Dereck.

El rescate.

Me pone muy inquieto el que Regginal haya secuestrado a Alina ¿Con qué fin? No sé que es lo que planea pero sea lo que sea me pone demasiado nervioso y más por el hecho de que Amelia puede estar en peligro otra vez.

—Dereck— entra Adrián y el coronel a la celda— Necesitamos tu ayuda, acaban de enviar la dirección de una mansión en Moscú.

—Tiene varias en Moscú, muestrenme la dirección— me entregan una carta en donde está la direccion de uno de los lugares más conocidos de en Moscú, Rusia.

—Es imposible que esté aquí, es la dirección de uno de los lugares más conocidos del lugar es el Monasterio Novodévichi, cuenta con convento adornado por el lago de los cisnes y el cementerio más importante de Moscú.

—¿Por qué mandaría esta dirección?

—Puede que sea una trampa, se necesitan como 100 soldados o 150 para cubrir la zona incluyendo el cementerio y el convento.

—Creo que con los 100 soldados elegidos bastará. Irás con nosotros, serás el dirigente de esta misión.

—¿Alguna idea de la ubicación de algunos de sus otros escondites?— pregunta el coronel

—Sí te refieres a los de Italia conozco cada uno de ellos. Tiene varios en otros lugares como Colombia, Rusia, Somalia, París, lo único que sé ya que siempre nos quedábamos en nuestro territorio natal, Italia.

—¿Puedes darnos las ubicaciones de las mansiones en Italia?

—Está bien, pero tomará tiempo, los lugares en donde se esconde Regginal es difícil encontrar en los mapas.

—Bien ahora mismo tú iras con nosotros a Rusia a capturar a Regginal, si con tu ayuda podemos encontrarlo, considerate casi libre.

Me llevan junto con ellos y mientras camino por los pasillos todos me miran, me llevan a la habitación que solía ser mía. Lo primero que hago es darme un baño y voy al clóset, las cosas siguen exactamente como las dejé, saco mi uniforme del ejercito, guardo las placas en el bolsillo y guardo el arma que normalmente nos dan. Me arreglo algo el cabello y luego lavo mi boca. Me detallo en el espejo y recuerdo la primera vez que me puse un uniforme de la milicia. Fue hace 5 años cuando logré entrar al ejército, mi padre se empeñó en que entrara para así poder tener más cerca al enemigo y así fue, a los 19 años ingresé a la academia y luego de casi tres años entré a la FF.AA directamente como sargento debido a mi desempeño en la academia y ser el más destacado no fue necesario ser un simple oficial y luego conseguir mi puesto de sargento en la milicia, pasé directamente al segundo rango y es algo de lo que estaba orgulloso.

—¡¿Cual es tu problema?!— escucho la voz de Amelia proveniente del pasillo.

—¡Tú eres mi maldito problema Amelia, odio que te hagas la santa!

—No me hago la santa, Matteo, no entiendo porqué me dices todo esto— me detengo un momento cuando intento abrir la puerta.

—¡Porque me tienes harto con tu papel de mojigata, le abriste las piernas a otro estando conmi...— escucho el estruendo duro de una bofetada.

—¡¿Quién eres para reclamar? No vengas hacerte el digno si bien que me engañabas desde hace años, incluso te grababas teniendo sexo con otras mujeres!— abro la puerta despacio y me asomo, están a unos pasos de mi habitación y la discusión es demasiado fuerte, no creo ser el único que esté escuchando— ¡Me das asco Matteo!

Cada quién elige su destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora