CAPÍTULO 17

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Amelia.

El Reyson distinto.

3 de julio del 2017.

La diferencia a sido bastante, Dereck no a permitido que me vuelvan a tocar o algo por el estilo, siempre me mantiene protegida y eso a puesto a su padre al borde de la furia, se a puesto como loco cuando Dereck le dijo que no volverá a permitir que el me vuelva a poner una mano encima. Una parte de mi está agradecida con él, me ayudó desde entonces incluso con la bulimia, estoy recibiendo tratamientos los cuales son difíciles pero estoy sobre llevando esto con ayuda de Dereck, quien lo diría, mi secuestrador me está ayudando y protegiendo del loco de su padre. He pasado aquí un mes aunque me esté ayudando lo único que quiero es escapar y salir corriendo a los brazos de mi padre.

—Señorita, su cena— Paulina, la sirvienta de los Reyson pasa a la habitación con una bandeja de comida.

—Gracias.

—El señor me pidió que la ayudara a comer.

—¿Dónde está él?

—Salió con la señorita Dalila— no se porque siento una punzada de celos en el pecho— No se preocupe, se que el señor está interesado en usted.

—¿Qué? No me interesa en lo absoluto si lo está o no— sonríe levemente.

—Se les nota a los dos, no entiendo porque el señor la a traído aquí.

—Soy la hija del ministro Muller, los Reyson odian a mi padre a muerte y como venganza me secuestraron.

—El señor no le a hecho daño, lo conozco y se que tampoco se lo hará.

No sé como aguanta a todos aquí, yo de ella me hubiese tirado un balazo. Cuando intenta darme de comer la detengo.

—Dereck no debió decirte nada, puedo hacerlo sola, te pido que te retires— digo algo enojada.

—Fueron órdenes del señor....

—Sal de aquí, si ella no quiere que estés aquí así será— Dalila entra a la habitación y no trae buena cara.

No es que me caiga mal ni nada, de hecho ella y Paulina eran muy buenas conmigo desde que estoy aquí, pero algo me dice que ya no le agrado a Dalila para nada.

—Señorita el señor....

—El señor me da órdenes a mi y yo a ti, me acaba de ordenar que sea yo quien me encargue, así que fuera de aquí.

Paulina me mira un poco dudosa, no le tengo miedo a Dalila y se lo estoy demostrando estando totalmente relajada, dejo que la sirvienta se vaya y cuando lo hace Dalila cierra la puerta con fuerza y luego se aproxima a mi con pasos lentos.

—Eres una maldita zorra arrastrada— me dice entre dientes— Al inicio me pareció dejarte muy claro que no quería que te acercaras mucho a mi novio, si estás aquí es porque eres propiedad de Regginal...

—No soy propiedad de nadie, no soy un puto objeto del que puedan poseer así como si nada, y lo que me dijiste cuando apenas llegué fue una amenaza de muerte Dalila.

—Exacto, te dije que si te acercabas a él lo ibas a lamentar tu y tu familia— se inclina un poco hacia mi— Olvidé que solo tienes papá.

—Sí, así es, no me duelen tus palabras Dalila, tampoco me dan miedo, en mi vida, a la edad que tengo me he enfrentando a peores que tú Dalila y créeme que a ninguno me le acobardado, tengo los ovarios suficientes como para afrontar problemas por algo trabajo en las Fuerzas Armadas.

—Ay linda, si estás ahí es por tu papito...

—No te equivoques, mi papá no tiene nada que ver en mi carrera en las Fuerzas Armadas.

Cada quién elige su destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora