CAPÍTULO 4

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Amelia.

La tentación.

El cansancio es demasiado, sería fácil quedarme en la alcoba de la central pero prefiero irme a casa a descansar mejor, Matteo tiene que quedarse un tiempo más así que mi pidió que me fuera a casa a descansar, aunque lleve años en esto aún me es demasiado agotador todo esto.

Llego al estacionamiento y cuando intento abrir la puerta alguien me cubre la boca desde atrás, no hago esfuerzo por safarme porque su aroma me dice claramente quien es, le aparto la mano y me giro para verlo.

—¿Que carajos intentas?

—Pensé que reaccionarias como una salvaje.

—Te reconocí.

—¿Cómo?

—Tú aroma.

—Así que tienes bien presente como huelo— ruedo los ojos.

—Déjame ir, estoy cansada.

Lo detallo, esta puesto gins camiseta y chaqueta de cuero, ¿Como unas prendas tan sencillas pueden hacer ver tan sexy a este hombre?

—Él que te va dejar cansada soy yo— trago grueso— Sube al auto conduce hasta mi casa y luego te llevaré donde yo quiera.

—No me das órdenes y obvio no voy a hacer eso.

—Te cargaría y te metería a mi auto pero si ven tu auto aquí van a sospechar y tampoco puedo dejar mi auto.

No hago caso, cuando intenta acercarse mira las cámaras y se detiene, gracias a dios las cámaras no tienen grabador de voz. Para no hacer más largo el asunto subo al auto y él hace lo mismo, conduzco hasta salir de la central pero Dereck aún no viene tras de mi, cuando pienso que me voy a librar de el viene a toda velocidad a alcanzarme.

—Carajo.

Viene tras de mi, cuando intento desviarme toma la delantera impidiendo el paso, sigo conduciendo en camino a su casa y vuelve a ponerse tras de mi auto, luego de 45 minutos llegamos a su casa, se baja del auto y me abre la puerta del mío.

—Sube a mi auto.

—¿A dónde...

—Confía en mi.

—Eso me da miedo.

Bajo de mi auto y subo al suyo, vuelve a ponerse al volante, ya me resigno a dejarme llevar por las tontas ideas de este loco, no se donde carajos me quiere llevar ahora ni tampoco para que, el sueño intenta vencerme pero trato de no caer en un sueño profundo, conduce por 15 minutos y se detiene un un lugar apartado de la cuidad, todo está lleno de árboles y solo llega un poco de luz.

—¿Y ahora que hacemos aquí?

—¿Solo sabes hacer preguntas?

—¿Y tu solo sabes hacer y decir estupideces?

Se viene sobre mi y tenerlo así de cerca me causa demasiado nerviosismo pero trato de disimular. Sin pensar me muerdo el labio y sonríe con coquetería, sin preámbulos besa mi cuello, y lo aparto de inmediato.

—Cuida tus acciones idiota.

—Ay ya deja de hacerte la difícil.

—No me hago la difícil, tu no le gustas, no me atraes y tengo novio, por lo tanto tus estupidas intenciones conmigo no funcionan y tampoco lo harán en un futuro.

—Hagamos un trato, déjate llevar y si no te gusta la dejamos.

—¡¿Qué?! Pretendes que engañe a Matteo— resopla.

Cada quién elige su destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora