Capítulo 39

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Capítulo 39



SaeRin se incorporó a la velocidad de la luz y JungKook la siguió, el agresivo movimiento despertándole. Le miró, a su aspecto andrajoso y a su pecho desnudo, y levantó un poco las sábanas. Descubrió que estaba desnuda. Él imitó sus acciones, también estaba desnudo.

—Por Dios, búscalo. Búscalo.

JungKook, aún metido en la cama, empezó a rebuscar entre la ropa del suelo. Cuando se incorporó, encontró en la mesilla el envoltorio abierto de un preservativo. Sin embargo, no era lo que buscaba. Revolvió la ropa que había a los pies de la cama y finalmente halló ese condón... usado. Lo pinzó con los dedos y se lo enseñó a SaeRin, quien no tardó en poner una cara de disgusto.

—Quítame eso de la cara.

—Qué asco —gruñó JungKook con la voz tomada.

Suspiró, volviendo a dejar el condón entre la ropa, prometiéndose tirarlo más tarde.

—Menos mal —musitó SaeRin—. Por lo menos nos acordamos de ponérnoslo.

Le dolía la cabeza. No. Era muy sutil esa definición. Le iba a estallar. Sentía como si tuviera mil agujas clavadas y le estuvieran estrujando el cerebro con toda la mala leche del mundo. Necesitaría mil analgésicos para calmar esa resaca, además de dormir por un día entero e hidratarse como si fuera una planta a punto de morirse.

Trató de recordar algo de anoche. Primero cruzaron la esquina del edificio dados de la mano bajo la atenta mirada de HeeJi y JiMin, luego se pusieron a hablar de trabajo antes de que les pidiera que no lo hicieran —cortaba mucho el rollo— y por último dejó en claro que el hombre a su lado no era el vicepresidente Jeon, sino su novio JungKook. Y JiMin, tomándose al pie de la letra las palabras de su amiga, se codeó con JungKook, hablándole informalmente y exigiéndole un contrato fijo.

Recordaba música terrible pero bailable, gente sudorosa, una cola infernal para ir a mear y una, dos... tres... (¿cuatro?) rondas de chupitos de tequila. Tequila de fresa. De mango. No, bebió licor. No, lo más barato: el vodka. Bueno, quizá fueron chupitos de todo tipo. Un poco de todo, di que sí.

Pero fueron rondas donde JungKook participó. SaeRin giró para mirarle. Ese condenado también había bebido alcohol hasta que todo le daba vueltas, y bebió porque quería y no porque nadie le insistiera.

¿Había sido una fiesta de divorciada o una fiesta para misa de funeral? ¿Eran sus intenciones morir esa noche o solo sobrevivir a la segunda hora de tecno que solo soportaban los que iban puestos de cocaína?

Por lo menos se acordaba de algunas cosas. No de muchas, y la mayoría eran imágenes borrosas. Oh, joder. Menos esa. Esa en la que claramente JiMin y HeeJi se estaban liando en esos sofás de terciopelo. Creo que fue ahí cuando JungKook y ella decidieron volver a casa. A follar, claro. Estaba claro que no fueron directos a la cama para dormir.

Se frotó la cara.

—He tenido un sueño rarísimo.

—Yo también —dijo él.

—No, no. Seguro que no tan raro como el mío.

Se miraron.

—Créeme que no, pero a ver, cuéntamelo.

Repentinamente a SaeRin le dio un poco más de vergüenza.

—He soñado que nos casábamos. Era raro, como en una sala muy fea y oscura. Nos casaba...

Kissing Moon » JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora