Capítulo 34

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Capítulo 34

Cuando escuchó la puerta miró la hora en el móvil. Hacía solo dos horas que JungKook se había marchado con esa sonrisilla y ya estaba de vuelta sin esa sonrisilla. Contando el viaje de media hora de ida y otra media de vuelta desde su mansión al centro de Busan la cita se reducía a una hora. A su parecer, y por sus experiencias en citas, eso era poco tiempo. Poquísimo. Una cita exprés.

Estaba sentada en el borde de la piscina, Cora jugueteando con la cuerda anudada, pisoteándole las piernas. Sus pantorrillas descansaban dentro del agua. A JungKook no le costó demasiado encontrarla, así que caminó directamente hasta el jardín. En el proceso se aflojó el nudo de la corbata hasta deshacerla y quitársela. La arrugó haciéndola un gurruño en su mano.

—¿Qué tal ha ido?

Se sentó a su lado y le quitó la cuerda para que Cora jugara con él.

—Te dejo que adivines.

—Si estás aquí tan pronto es que ni siquiera el tema de conversación valía la pena. —Más que conversación, había sido un interrogatorio—. Si te sirve de consuelo, todo el mundo ha tenido malas citas. Cuando estuve en la carrera quedé con uno de mi clase de Matemáticas Empresariales y fue terrible. Estuvo hablándome muy detalladamente sobre cómo su exnovia, a la que no había olvidado aún, le había mentido diciendo que se marchaba una semana de vacaciones cuando en realidad estaba siendo deportada por no tener los papeles. Y ese otro que me contó que estaba más de diez horas en el gimnasio. O el que me dijo que era productor de música. No lo era, JungKook, en realidad vendía maría por el campus. Quizá por todo esto fue que dejé la carrera.

Él sonrió. Parecía ser una sonrisa, al menos.

—No me sirve de consuelo.

Recordar sus pésimas experiencias casi románticas hicieron que le recorriera un escalofrío por toda la espalda. Le arrebató a JungKook la cuerda y él se arremangó los pantalones.

—¿Qué has estado haciendo mientras no estaba?

—Ver las Kardashian, el programa de reformas, el de cambio radical y ese en el que tipos sudorosos hacen espadas y cuchillos. Ah, y cenar. No queda ramen instantáneo.

—¿Todo eso has hecho en una hora?

—Iba de un programa a otro cuando se ponían de anuncios.

Metió los pies en la piscina. Estaba bastante fría, teniendo en cuenta que estaban en otoño. Su primer reflejo ante su piel entrando en contacto con el agua había sido gimotear y poner recta su columna, como si eso fuera a regular el calor de su cuerpo de algún modo. SaeRin debía de tener insensibilizadas las piernas a esas alturas.

—Deberías de cuidar lo que comes. Desde que vives en esta casa encuentro por todas partes comida con conservantes y aditivos. No es sano. Y acabas de salir del hospital —sermoneó, moviendo las piernas para que se acostumbraran a la temperatura.

—No soy yo la que tiene cinco bolsas de gominolas en un cajón especial de su cocina.

—Son para casos de emergencia.

—Mi ramen también. —Con poca sutileza, arrojó la cuerda de Cora lejos de ellos y la gata fue detrás. Se sacudió las manos y después se apoyó sobre ambos brazos y reclinó su cuerpo hacia atrás—. Pero no me cambies de tema, háblame de la cita.

—Ten por seguro que sabrás de mi cita pronto.

—¿Qué significa eso?

—¿Y me has echado de menos?

Kissing Moon » JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora