Capítulo 40

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Capítulo 40



Con la primera semana como casados, SaeRin recibió los primeros beneficios de tener al extraordinario vicepresidente Jeon JungKook como marido. La había convertido en socia del club de campo Hanyang, con todos los lujos que eso ofrecía, y de pronto acudir ese sábado a una partida de golf no se sentía ni tan atroz ni tan aburrido. Mucho menos cuando, con el permiso de JungKook aunque no lo necesitara, pudo invitar a HeeJi y JiMin a la enorme piscina climatizada.

—A pesar de todo, esta pulsera me hace sentir pobre —comentó HeeJi, tirando de la cinta verde que tenía en la muñeca, la cual indicaba que eran invitados de un socio. JiMin llevaba una igual.

—Deja de quejarte y disfruta de poder tomarte una piña colada como esta sin tener que pagar ni un mísero won. Cómo me gusta aprovecharme del dinero ajeno. Me hace sentir como estos estafadores que salen en los documentales de Netflix.

Y el hombre al que estaban «estafando» estaba metido en la piscina, haciendo largos de aquí para allá mientras se ejercitaba. En estos últimos siete días, sus amigos se habían visto más cómodos con la presencia de JungKook, aunque aún había infinidad de formalismos entre ellos. JungKook también hacía lo propio: llevarse bien con los amigos de su pareja.

—Voy a buscarme un sugar daddy, estoy harta de esta tortura llamada trabajo —fantaseó HeeJi, mirando a los abuelos que había en la piscina bajo la seguridad de las gafas de sol.

—¿Estás hablando de tirarte a un viejo?

—Perdona, pero el negocio de las sugar babies es muy amplio. Puede no incluir sexo —le respondió a JiMin—. Aunque soy capaz de cualquier cosa con tal de ser una cazafortunas y no tener que madrugar nunca más. Me sienta fatal al cutis.

JiMin jugueteó con la pajita con la lengua y al segundo trago de la piña colada, gimió del placer.

—SaeRin, te lo juro, deberías de haberte liado con el jefe mucho, muchísimo antes. El día que os conocisteis, a más tardar.

 La mencionada pasó de hoja a la revista del corazón que estaba leyendo con aire distraído.

—¿De pronto te cae bien mi novio?

—Tu marido —corrigió con cierto retintín—. Y siempre me ha caído bien... A mi manera.

—Qué mentiroso eres. ¿Te puede caer bien la persona que te da miedo? —acusó HeeJi—. Que por cierto, me parece increíble que me enterara la última de que te has casado borracha. ¿Eso es lo que os importo?

—Yo me habré casado, pero vosotros os enrollasteis.

JiMin se atragantó con la piña colada y HeeJi se llevó la mano al pecho.

—¡Fue en un momento de debilidad!

—¡Y porque íbamos borrachos!

Ella aún hacía como que leía la revista.

—¿Seguro que es por eso? ¿O por ese rollo raro que siempre habéis tenido?

—¿Pero de qué hablas? —JiMin parecía a punto de tirarle a la cabeza la hamaca en la que estaba tumbado.

—Mucho Tinder y mucho repartidor de pollo frito, pero en el fondo os tenéis ganas —picó.

HeeJi apareció en la visión de SaeRin por el rabillo del ojo y expulsó una carcajada nerviosa.

Kissing Moon » JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora