Capítulo 2

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Capítulo 2



Las zancadas de JungKook eran demasiado largas como para que alguien pudiera andar a su par. Incluso con los tacones más altos y la falda más incómoda, SaeRin solía mantenerse a su lado tomando apuntes de cada una de las cosas que decía su jefe, pero ese día parecía imposible hacerlo.

No cuando había estado una noche más llorando a mares y apenas tenía fuerzas para tener los ojos abiertos.

Aquella visita a uno de los hoteles de Busan que estaba siendo remodelado estaba resultando agotadora. Necesitaba desesperadamente un tanque de café o no llegaría al mediodía con vida. No eran ni las diez de la mañana que en el portafolios de SaeRin ya tenía escritas todas las quejas de JungKook, que no eran pocas.

—Pensé que había dejado claro que no quería piedra pizarra para la recepción, sino piedra cobriza —fue lo último que dijo, frenando sus pasos. Tras él estaba todo el equipo directivo del hotel. Giró sobre sus talones y encaró al único hombre que había—. Director Bae, ¿alguna razón por la que se haya cambiado sin avisarme antes?

—Su hermano tuvo una reunión con el decorador de interiores.

—¿Mi hermano?

El director Bae ni siquiera era capaz de mirar a los ojos al vicepresidente. Era lo que pasaba cuando tenías un jefe tan estricto como JungKook; aterraba su sola presencia y era alguien que no salía demasiado de su despacho, reduciendo un poco más si cabe sus relaciones sociales y afectando a la manera de comunicarse. Sus inspecciones sorpresa creaban todo un caos entre los empleados, era como si entrara por la puerta el mismísimo Diablo. SaeRin se compadecía del equipo.

—Sí, señor. Llegaron a un acuerdo. La pared pizarra acarreaba menos gastos y pensaban que daba un aspecto más elegante.

—Mi hermano no tiene decisión alguna sobre ninguno de los hoteles.

A JungKook le irritaba demasiado que su hermano mayor se centrase en algo más que no fuese su trabajo como actor de teatro. Desde siempre se había desatendido de los negocios de la empresa, en especial de los hoteles de los que JungKook estaba al cargo, así que odiaba que tomase decisiones que no le incumbían de vez en cuando. Le enfadaba aún más que sus empleados le hicieran caso.

—Disculpe, vicepresidente. No volverá a suceder.

—¿Se han arreglado ya los problemas de luz? —El director Bae negó con la cabeza. JungKook chasqueó la lengua y se metió una mano en el bolsillo, adoptando una pose intimidante—: Llevo meses diciendo que hay que cambiar la instalación, ¿tan difícil es llamar a un maldito electricista? Tengo que volver a poner en marcha este hotel. ¿Os hacéis una idea de la de dinero que perdemos cada día que nos retrasamos en la nueva apertura?

—La empresa eléctrica pide más dinero, dicen que el cobro es muy pequeño en comparación con el trabajo.

SaeRin supo de inmediato que eso iba a enfadar a su jefe, y aunque era difícil hacerle perder los nervios, hoy parecía que sería así.

—¿Piden más dinero? ¿Pretenden que les pague por un hotel lo mismo que pagaría por el trabajo en tres? De ninguna manera. Busca otra empresa que se encargue. —El director asintió con la cabeza—. La semana que viene estaré aquí de nuevo. Quiero ver cambios o si no, estás despedido.

SeeRin pulsó al botón superior del bolígrafo y apuntó lo que su jefe decía.

Molestar a esta gente el miércoles que viene significaba cancelar las otras dos reuniones que tenía programadas para ese mismo día. Y no había cosa que más odiase Moon SaeRin que discutir con los susodichos los cambios de planes. Muchos alegaban que el vicepresidente Jeon no era el único hombre ocupado de Busan. Entonces SaeRin solo sonreía a través del teléfono, utilizaba sus mejores armas y tras un debate largo y tendido se despedía con una nueva reunión establecida.

Kissing Moon » JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora