Capítulo 43

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Capítulo 43



SaeRin huía de JungKook como si tuviera alguna enfermedad contagiosa que solo podía contagiarla a ella. A decir verdad, era mejor para JungKook pensar en eso que saber que SaeRin no quería verle ni en pintura. Lo había demostrado marchándose a trabajar casi una hora antes yéndose en taxi, impidiendo así que él la trajera en el coche, evitándole en la oficina y traspasándole trabajo a JiMin para que él se encargara de entrar en el despacho de JungKook.

JungKook había creído que solo necesitaba unos días para calmarse, para darse cuenta de que había sido una dramática y que no existía SooYoung alguna que le importara lo más mínimo cuando la tenía a ella.

Por eso, cuando SaeRin entró en el despacho en el séptimo día de esa guerra silenciosa que se había creado entre los dos, JungKook tuvo que disimular una sonrisa.

Aquel día había decidido ponerse unos tacones, los cuales picoteaban el suelo de madera con cada pisada. Sus caderas se movían con una discreción elegante y femenina, los pantalones de su traje blanco rozando en cada paso, y ese nuevo corte de pelo a la altura de los hombros hacían de su rostro uno más maduro. Con ese aspecto, parecía más una vicepresidenta que una secretaria, y de solo pensar en eso hizo que los pelos de JungKook se pusieran de punta. Estaba preciosa, se lo había comentado la noche anterior cuando la vio entrar por casa, mas ella ignoró el cumplido y fue escaleras arriba a encerrarse a su habitación, como había acostumbrado a hacer. Tampoco habían estado durmiendo juntos.

JungKook no sabía qué esperar.

Cualquier cosa menos eso, seguro.

SaeRin había tirado sobre su escritorio una carta de renuncia.

—¿Qué es esto? —inquirió un confuso JungKook, tomando el sobre rosado. La miró penetrantemente a los ojos, sin pestañear, pero con su mano temblando mientras sujetaba la carta.

—Renuncio.

—¿Cómo que renuncias?

—Dejo el trabajo. Es mi carta de denuncia. Espero que la acepte y me permita irme.

JungKook abrió el sobre y leyó la carta. Sus ojos iban ávidos sobre las letras, y su expresión incrédula se atenuaba conforme más leía. Cuando llegó a la firma de SaeRin, levantó la mirada y agitó la carta en sus manos con un deje molesto.

—¿De qué va todo esto?

—No quiero quedarme en esta empresa.

—Ya. —Su voz sonó carrasposa, como si a un anciano le estuvieras contando algo que no le interesaba—. ¿Es alguna especie de broma?

Ella negó rápidamente con la cabeza y se alzó sutilmente de hombros.

—¿Le parece una broma?

—¿Por qué vas a dejar el trabajo? —preguntó.

—Quiero empezar de cero en otro lugar, en otra empresa.

JungKook no se estaba tomando demasiado en serio las palabras de su secretaria. Estaba aún demasiado dormido, sin un café que recargara sus pilas. Dejó la carta sobre la mesa y después se frotó la cara. Sus dedos pulgar e índice hicieron un masaje sobre sus ojos cerrados y su ceño se frunció con fuerza, como si quisiera eliminar el peso de sus pensamientos.

—No puedo creer que esto esté pasando... Ya te dije que lo de SooYoung es agua pasada —musitó con voz gutural.

—Esto no tiene nada que ver con ella.

Kissing Moon » JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora