Había algo distinto en el ambiente, había pequeñas variaciones que no eran muy significativas, pero se sentía diferente.
Normalmente salía a desayunar, deambulaba por el jardín y tal vez cogía un libro insulso de esa estantería que parecía estar más por adorno que por verdadero interés. Ese día comenzó como un día normal, pero Geonhak no estaba por ninguna parte. A la lejanía estaba Khan a veces solo, a veces con otro de esos tipos. Hablaban entre ellos y me miraban, pero no como siempre, había otro matiz en sus ojos, y no me gustaba, nada de nada.
Aunque los dormitorios de Khan y Geonhak estaban en esta parte de la casa, realmente aquí solo vivía yo, el resto pasaban el día en otro lugar, por eso siempre comía sola, aunque el rubio siempre tenía algo preparado para mí. En el momento en el que abrí la nevera y no encontré nada supe que mis sospechas no eran infundadas, algo pasaba. Me empecé a asustar.
Mientras revisaba lo que podía pillar para comer me puse a pensar. ¿Y si nos habían escuchado la noche anterior? Tal vez lo habían... No, no podía ser tan pesimista. Me descubrí pensando en lo obvio, que sin él mi integridad no estaba tan asegurada, pero también pensé en él. Al final había jugado bien su papel, le había cogido cariño, me importaba. Aunque lo intentara no podía tener el corazón de hielo que ese mundo exigía.
Tal vez había conseguido lo que quería, averiguar el punto débil de Jungkook, nuestro amor, por eso había desaparecido en que me lo había sonsacado.
Tuve tentaciones de preguntar a alguien por él, pero me daba demasiado miedo, seguramente no me responderían y me arrepentiría, sus burlas sería lo mínimo que recibiría.
Por la tarde deambulé por la casa tanto para conocer todas las posibles salidas como para ver si veía al rubio por algún lado, y el resultado fue nefasto en ambos casos, el lugar era una cárcel, y Geonhak no estaba.
Desde el día en el que llegué nunca había estado tan intranquila, notaba la tensión en mi piel. Algo estaba a punto de ocurrir.
Aquella noche cuando escuché abrirse mi puerta me desperté al instante, mi sueño era muy ligero, apenas había descansado aunque ya fueran las dos de la madrugada.
Un cuerpo se cernió sobre el mío, note las manos hundirse en el colchón a mis costados.
—Ven conmigo —un susurro grave de Geonhak en mi oído.
En la penumbra vi como se metía en el baño y le seguí, cerró tras de mí y encendió la luz. Iba con el uniforme negro que todos vestían, el mismo que llevaba la noche en el que me cogió en La Rosa Negra. En ese pequeño espacio se veía enorme y peligroso.
—Me voy —me dijo.
—¿Te vas?, ¿cómo qué te vas? —me entró miedo, me abandonaba.
—Me mandan a una misión, lejos de aquí.
Mis ojos hablaban por si mismos, pensé en todo lo que podría ocurrirme sin él ahí, y no había ni una sola posibilidad de que fuera bueno. Bajé la cabeza, miré a aquellas baldosas anodinas. Tenía razón, a pesar de estar en el centro del huracán de tanta violencia, sangre y muerte había vivido entre algodones, había pasado de una seguridad a otra, y ahora que me los arrebataban me sentía desvalida y frágil.
—Alice, tienes que aguantar —me agarró los costados para que le mirara.
—No sé si seré capaz.
Mi corazón latía descontrolado. Un sudor frío me recorría la espalda.
—Me esperan en la salida, no tengo tiempo —dijo mientras sacaba algo del bolsillo —Date prisa.
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La última apuesta (Trilogía Póker: 3) [Terminada]
Fiksi PenggemarCada vez que la vida de Alice parece encauzarse, una nueva traición se cruza en su camino, pero ya está harta, si la casa de cartas se vuelve a desmoronar, será ella quien la vuelva a reconstruir. ♥ ♦ ♣ ♠ Tercera parte de House of Cards. ♥ Historia...