Respiré ese aire que me parecía demasiado cargado aunque no portara nada especial, era yo y mi angustia la que apenas me dejaba respirar.
Escuché como Geonhak manipulaba un par de armas, asegurándose de que estaban cargadas y preparadas. Las colocó en la pistolera bajo su chaqueta. Esos sonidos deberían haberme hecho hacer sentir segura, pero en cambio me recordaban que lo que me esperaba ahí dentro no sería un camino de rosas.
Me dispuse a caminar, pero mi hombre de seguridad, mi único escudo, me detuvo. Sacó un pañuelo que había cogido en el último momento en la tienda, que pensaba que no pegaba con su vestimenta, pero ahí descubrí que no era para él, sino para mí. Me lo anudó alrededor del cuello. No entendía su motivo hasta que instintivamente fui a tocarlo, noté dolor, no recordaba las marcas que me había dejado Khan y que ahora estaban ocultas.
—Gracias —susurré —¿Qué tal estoy?, ¿parezco una niña asustada?
—Pareces una emperatriz —sus palabras me dieron un poco más de confianza.
Cuando fui a dar el primer paso volvió a detenerme.
—Aún podemos irnos, no es tarde.
—No sé qué pasará ahí dentro, pero solo sé una cosa —saqué unas gafas de Sol que también había comprado y me las puse para que tapara esos ojos que mostraban demasiado mis debilidades —Que pase lo que pase, solo me arrepentiré si no lo intento.
Una sonrisa de complicidad surcó su rostro.
Ahora sí, era el momento, cogí aire y caminé con mis impresionantes tacones hasta aquellos dos hombres que custodiaban la puerta. Me planté ante ellos.
—¿Voy a tener que abrir yo misma? —entré en mi papel, trasmitiendo una confianza apabullante, aunque por dentro estaba temblando.
—No podemos dejar que entre, señora.
Un segundo de silencio y una cara de disgusto fingida.
—¿Acaso no saben quién soy yo? —notaba a Geonhak a mi espalda, me daba seguridad —Soy la maldita dueña de esta ciudad así que, o me dejan entrar, o ni siquiera sabrán cuales serán las consecuencias, no tendrán tiempo ni para verlas venir.
Se miraron entre ellos si saber qué hacer, si creerme o no, porque si daban un paso en falso, hacia cualquiera de las dos vertientes, podrían perder la vida.
—¿Me van a hacer llamar a mi marido? —chasqueé los dedos —Leedo, encanto, llama a Jeon para que despida a estos dos incompetentes.
Con una simple frase, y una entonación dicha de un modo diferente, dije mucho más que doce palabras. Les descubrí quien era mi guardaespaldas, según parecía su fama le precedía, vi sus expresiones que debían ser herméticas romperse, pero peor fue cuando nombré a mi marido y lo que haría con ellos si se enterara, y no precisamente mandarles a la cola del paro.
—Disculpe nuestro error, señora Jeon.
Hicieron una reverencia y al fin abrieron la dichosa puerta. Pero si eso creía que había sido difícil es que no sabía lo que me iba a encontrar dentro.
Nos hayamos en una amplia estancia llena de material de construcción, ahí mi vestimenta y la de todos los hombres que allí se encontraban, porque había muchos, resaltaban.
Dudaba hacia dónde tenía que ir, pero hice como que lo sabía, seguí la hilera de guardias trajeados que nos miraban de arriba a abajo, analizando el peligro que podíamos acarrear. Menos mal que tenía a Geonhak a mi lado, no creo que pudiera haber caminado esos metros eternos sola, no tenía la confianza suficiente aunque lo aparentara.
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La última apuesta (Trilogía Póker: 3) [Terminada]
FanficCada vez que la vida de Alice parece encauzarse, una nueva traición se cruza en su camino, pero ya está harta, si la casa de cartas se vuelve a desmoronar, será ella quien la vuelva a reconstruir. ♥ ♦ ♣ ♠ Tercera parte de House of Cards. ♥ Historia...