Fruit [ Haitani x Kawata ]

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—¿R-ran?... ¡Ran!— Sollozó, estaba agitando con fuerza el hombro del mayor.

Despertó con obviedad, su cabeza aún somnolienta no pudo procesar de buena manera los sonidos distorsionados de una voz difusa.
Pero aún así su reacción fue inmediata, levantó el torso entre jadeos nerviosos y asustados.

Volteó a verle, Nahoya estaba jadeando y sollozando, arrodillado en la cama a un lado suyo.

—¿Qué pasa amor?— Palmó la sábana con tal de acomodarse y atenderle mejor.

Pero la tela estaba completamente empapada.

Su cabeza atinó de golpe.

Su esposo llorando y quejándose, una sábana mojada, llanto, quejas... Su noveno mes.

Entró aún más en pánico.

—¡Ay no! no, no, no...— A pesar de las múltiples clases que tomó con tal de estar preparado para este día estaba al borde de un colapso nervioso.

Sintió su sangre ir en direcciones equivocadas y su cabeza dar vueltas en otros lados. Su pecho se aceleró y el miedo le mordisqueaba los tobillos.

Estaba quieto y en shock, cosa que por supuesto fue de nulo agrado para el ex-Kawata.

—¡LLÉVAME AL HOSPITAL PEDAZO DE ANIMAL, HIJO DE PUTA!— Se había incorporado dispuesto a enterrarle las uñas en la muñeca, obligándolo a despertar de su trance.

(...)

En menos de 20 minutos ya lo tenía sobre el asiento del copiloto inhalando y exalando agitado, tomando con fuerza su propio muslo para al menos tratar de liberar su tensión.
Ran aceleraba por la bendita calle vacía a esas altas horas de la madrugada, tratando de no recaer nuevamente en la desesperación y el pánico.

El viaje que normalmente tomaría 20 minutos Ran lo logró acortar en 8 minutos. A la mierda alguna multa por incumplir las normas de tránsito, estaba a horas de ser papá y su esposo únicamente sufría por las contracciones.

El gran y luminoso letrero se daba a lucir, siendo causal de botar un buen suspiro a la pareja.
Dobló para bajar al estacionamiento subterráneo, buscando los estacionamientos principales para personas embarazadas.

Estacionó de manera no tan prolija y fue el primero en bajarse.

Abrió la puerta trasera sacando el bolso que tenían preparado desde ya para ese gran día, dejándolo en su hombro.
Cerró y abrió la del copiloto, tomando con cuidado al pelinaranja, dejándolo estilo princesa en sus brazos para así ir con más rapidez y no tener que hacerle caminar.

Cerró la puerta y bloqueó el coche, caminando a paso rápido hasta el ascensor.

—Ran... Ran duele demasiado...— Sollozó, aferrándose al mayor.

—Queda poco amorcito...— Abrió la puerta, entrando en la cabina para inmediatamente presionar al primer piso.

(...)