[🍈16🫐]

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Tiró ambos cabellos hacia atrás y después de darle un buen trago a su taza de café continuó leyendo los informes a su cargo

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Tiró ambos cabellos hacia atrás y después de darle un buen trago a su taza de café continuó leyendo los informes a su cargo. Que Ran ascendiera a jefe también provocó que ahora su puesto en la empresa fuera el de subjefe. Por lo tanto, más trabajo.

Llevaba adelantada un par de cosas ya que planeaba irse antes a casa a ver si llamaba a su bonito novio y convencerlo que le preparara la cena. Ama su comida, el amor que le pone a las cosas y su bonita postura al cocinar le llena el corazón de amor.

Como el típico sazón materno que recuerda con nostalgia, le hace sentir increíble, sabe que es la persona indicada para cuidar, criar y alimentar a sus cachorros y eso no puede encantarle más.

Agitó su cabeza un poco, a veces estar enamorado le dejaba la mente en las nubes y no puede centrarse del todo bien.

—Pelusita azul... me tienes tontito incluso en el trabajo.— Murmuró para sí.

Y continuó trabajando hasta que sus sentidos le hicieron alzar la nariz; sintió el empalagoso aroma a arándanos y chocolate que se aproximaba a tal punto de girar la perilla de la puerta de su oficina y entrar en el gran cuarto.
Cerrando la puerta con pestillo sin que el rubio se diera cuenta.

—Cariño ¿Qué haces aquí? Me hubieras dicho que querías verme y nos encontrábamos en otro lado.—

Souya sólo se acercó y estando a un lado del mayor besó su mejilla y luego sus labios.

—Tenía ganas de verte en la oficina.— Musitó, girando la silla del mayor con tal de quedar frente a frente.

—Oh ¿Pasó algo acaso?—

Negó con la cabeza, volviendo a besarle los labios de manera corta pero por algún motivo ardiente.

—Te extrañaba, es eso...— Rodeó el cuello del mayor y sin dudarlo mucho más se subió sobre sus piernas, quedando sentado cara a cara.

Rindō tragó saliva, él nunca suele ser tan atrevido.

—¿Te parece si me dejas terminar unos informes? Me demoraré poco, lo prometo.— Desvío su mirada un poco nervioso.

Souya tardó en asentir de mala gana, bajándose de encima, disimulando un poco su decepción, terminando por estirarse y apartarse.

Fue hasta los sillones grandes en una de las esquinas de la gran oficina y sacó su móvil para matar el tiempo mientras Rindō terminara lo suyo.

Mordió su labio tratando de calmarse.
Ya van dos meses sin nada de acción y no podía tolerarlo más.
Sobre todo si su amado trae su maldita camisa abierta en los botones superiores, mostrando parte de su tatuaje y esos pectorales bronceados bastante marcados.

Quería verlos detrás suyo mientras le destroza las caderas, la cordura y su estabilidad en las piernas a su vez va y le jala el cabello con violencia exigiéndole que diga que es sólo de su propiedad.

Fruit [ Haitani x Kawata ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora