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—¿Cómo estuvieron las cosas por aquí, princesa?— Ran apenas entró a su hogar retiró sus zapatos y saludó energéticamente a la pequeña gatita que venía corriendo maullando

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—¿Cómo estuvieron las cosas por aquí, princesa?— Ran apenas entró a su hogar retiró sus zapatos y saludó energéticamente a la pequeña gatita que venía corriendo maullando.— ¿Cuidaste bien nuestra casita?— Le tomó en brazos y empezó a acariciarle con cariño, la gatita sólo mordió su mano sin causarle mayor dolor.

Ran sonrió por lo bajo y dejó en el suelo a la pequeña, debía alimentarla, ya era tarde y probablemente tiene hambre.

Fue hasta la gran cocina y buscando sus latas de alimento abrió una y la dejó en su platito junto a su agua.
Empezó a comer de inmediato bajo la adorable mirada del Haitani.

—¿Y... qué comeré yo?— Suspiró con una melancólica sonrisa en el rostro.

No puede decir que envidia a su hermano, jamás, la envidia es mala y algo que detesta es sentirla.
Pero él también quiere de alguien que le reciba con un beso, un abrazo y la cena servida.
Pensaba en lo lindo que se vería Nahoya cocinando, con su cabello amarrado en una esponjosa coleta y un delantal en sus simples ropas.

Se sentaría frente suyo a comer y conversarían de todo.
Lavaría los trastes mientras él tomara una ducha... Quizá usaría la lavavajillas con tal de meterse a la ducha con él y pasarla bien un rato. Dormirían juntos, abrazados, rodearía su pequeño cuerpo con el suyo como si le estuviera protegiendo de todo.

Pero sólo serían fantasías. Ya tenía hambre y debía calentar la cena del día anterior.

(...)

Después de cenar y lavar el plato fue directo al baño para tomar una ducha y relajarse. Fue milagrosa, como si todo el cansancio del día se hiciera polvo y estuviera listo para enfrentar al mundo.

Salió del agua, rodeó su cadera con una toalla y volvió a su habitación.
Cerró la puerta con seguro y se lanzó a la cama.

—Bien... Como dice Vladimir...— Buscó entre el cajón de su mesita de noche un extraño tubo color rojo un tanto grueso.

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Sacó también una botella de loción y pareciera rellenar el objeto con el viscoso líquido.
Sacó su toalla y entre manoseos suaves a su hombría fue ganando dureza.
Suspiraba profundo con el calor que emanaba su cuerpo y veía fijamente como cada vez estaba más erecto.

La tomó desde la base y teniéndola en posición la introdujo en ese masturbador masculino.

Emitió un gemido bajo y sin esperar mucho empezó un bombeo rápido, jadeando alto, cerrando sus ojos disfrutando del placer y el ardiente calor del lubricante con efecto.

Mordía su labio y como era costumbre su mente reproducía recuerdos de encuentros sexuales con Nahoya.
Era similar el ruido de chapoteo que se provocaba en cada movimiento que él hacía cada vez que subía y bajaba desesperado.

—M-mgh... A-aha... N-naho.— Mordía su labio sonriendo, agitando cada vez más rápido el objeto en su hombría, abriendo y cerrando un tanto sus temblorosas piernas, tratando de regular inútilmente su respiración.

Fruit [ Haitani x Kawata ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora