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—¿Te diviertes?—

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—¿Te diviertes?—

La masculina y reconocida voz le hizo voltear nervioso.

—Claro que sí, ésto es mucho mejor que estar en casa encerrado.— Murmuró limpiando la barra del mostrador.— ¿Necesita algo?—

—... ¿Me estás tratando formalmente?— Su expresión estaba confundida y un poco incómoda.— Vamos, algodoncito, soy tu esposo, deja las formalidades...—

—Aquí sólo soy un empleado más, Señor Haitani.— No elevó su mirada, continuaba limpiando.— Llegó hace poco un grano de café exótico desde Marruecos, está interesante. ¿Desea probarlo?—

—Souya... No me trates como un desconocido.—

—... Es mi trabajo, Señor Haita-.— Y con violencia juguetona fue jalado hacia adelante al ser tomado por su camisa, obligándole a estampar sus labios en los contrarios, iniciando un beso hambriendo y travieso por parte de Rindō.

Poco le importó la presencia de otros trabajadores, ya sea oficinistas, inversores, empresarios o los mismos baristas del puesto.

Souya trató de apartarse avergonzado, las miradas, cuchicheos y risitas coquetas de algunas chicas le estaban poniendo nervioso.
Pero Rindō ni pizca de detener su húmedo beso.

Pero claro que no permitiría que Rindō continuara su pataleta, porque que le desafiara así es una pataleta, no le está dando lo que quiere.

Elevó su mano y sin pensarlo le otorgó una sonora bofetada, apartando por el impacto al pelimorado, quien con ojos de sorpresa observó a su esposo completamente sonrojado y tembloroso.

—Lo siento, Rin...— Musitó únicamente para que fuera audible para ambos.— Señor Haitani, esto podría considerarse acoso laboral ¿No cree?— Limpió sus labios de la saliva contraria.— No es buena idea ir por ahí besando en la boca a sus empleados...—

Y Rindō aún con su confundida expresión asintió por inercia, sin emitir palabra alguna.

—Lo repetiré ¿Va a querer algo?— Souya esta vez tomó una pequeña libretita a su lado junto al lapiz de su delantal.

—... S-sí.— Murmuró, frotándose con una sonrisita baja la zona atacada.— A ti y un Café americano...—

(...)

El tiempo pasó volando.

Un año aproximadamente desde la vuelta de Ran a la vida de Nahoya, significando aquello el retomar su vida de pareja y prometidos.

Rindō y Souya por su lado habían tenido ya su primer aniversario de bodas. Celebrándolo a solas en alguna lujosa habitación de motel lejos de la ciudad.

La familia aún no crece, Nahoya no lo tiene estipulado en sus planes por el momento y Souya inició con su tratamiento anticonceptivo en base a píldoras, ya que su esposo tiene la mala costumbre de robárselo del trabajo como barista a encerrarse a los baños sin llevar rastro alguno de preservativos.

Fruit [ Haitani x Kawata ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora