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—¡Felicitaciones chicos!— La madre de los Haitani se había lanzado con cariño hacia los brazos de su nuero, la noticia sin dudas había cambiado por completo el aura en aquella cena familiar

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—¡Felicitaciones chicos!— La madre de los Haitani se había lanzado con cariño hacia los brazos de su nuero, la noticia sin dudas había cambiado por completo el aura en aquella cena familiar.

Los primeros en enterarse fueron los padres de Nahoya, quienes con felicidad absoluta recibieron la noticia, siendo así las últimas personas en enterarse los familiares de Ran, su hermano y Souya.

—¡Esas si son noticias!— El hombre parecía sonreir de forma tenue, cosa que no ocurría muy a menudo, pero notaba el armonioso aura de la pareja, radiante por la pronta llegada de su cachorro.

Entre felicitaciones y risas el tiempo parecía transcurrir lento para Souya.
Rindō volteó a verlo; estaba pálido y con una sonrisa que reconocía era fingida.

Lo sentía aún más por su lazo, el dolor y la pena en su corazón. Sabe que es su hermano, sabe lo mucho que lo ama y respeta.

Pero entiende su lamentable envidia.

Su ceño cambio a uno de aflicción apenas vió sus mejillas sonrosarse y sus ojos brillar de más, se estaba tocando el vientre.
Eso rompió por completo el corazón del Haitani menor, quien en completo silencio tomó una de sus manos y besó su dorso, dedicándole una sutil y sincera sonrisa.

—¿Quieres aire bebé?— Susurró.

Negó con la cabeza, desviando apenado el rostro.

—Estoy bien así, no te preocupes...— Musitó.

—Te amo mucho, Sou.— No estaba de más recordárselo, aún más en ese momento.

—... Yo también te amo mucho, Rin.— Su expresión estaba más relajada ahora, su cejo se relajó y su pulso se iba calmando un poco.

(...)

Ran estaba molesto.
Y celoso.

Nahoya cumplió su sexto mes de embarazo y no le deja acercarse demasiado cuando está en su nido ¡Él también necesita de su afecto!

Apenas se situaba sobre todas las prendas de su ropa, el pelinaranja fruncía el ceño y lo terminaba echando de la habitación.

Así es, la habitación de su cachorrito.

Un cuarto enorme y bien equipado con todo lo necesario y lujo para la llegada del desendiente del Haitani.

Una cuna preciosa de madera tallada y blanca que en algún momento fue de Ran. Un velo de tul púrpura pastel que cubría tal como un techo su bonita cama, un móvil de pequeños cristales que al tener contacto con los rayos de sol entrantes en su gran ventanal, proyectaban destellos arcoíris por toda la habitación.

Muebles repletos de ropa de recién nacido, pañales, productos de limpieza, aseo y juguetes.

Mantas, paños, biberones e incluso un hervidor de agua que se usaría exclusivamente para la fórmula del cachorro.

Una cama de una plaza donde el pelinaranja tenía su nido y varias mantas para pasar el frío invierno, tener que cargar con una pesada pancita de embarazo, debilidades en sus piernas y cansancio del malo se intensifican aún más con el curso frío.

Su lugar seguro era el nido que construyó con prendas de su pareja, rodeando el lugar con su aroma, durmiendo en la tarde ahí y parte de la mañana. Aunque era incomprensible para el mayor que su esposo decidiera estar con su ropa que en lugar él. Es decir ¡Él es su esposo y padre de su cachorro!

A ratos lo tenía para él, es más, se iba antes del trabajo con tal de ir y pasar el día con su Omega en cinta, mimarlo, acariciarlo y consentirlo.
Nahoya amaba los masajes en su vientre y espalda, le gustaba ser mimado de ese modo.
Pero cuando se trata de su nido, que nadie lo moleste, por favor.

Y Ran no entendía eso, seguía ahí en el marco de la puerta viendo molesto a su esposo dormir emocionado y calentito sobre sus ropas en lugar de él.

Pero bueno... Ya daba igual, si eso ayudaba a sobrellevar bien el embarazo de su pequeño Ryuto.

Todo estaría bien.

(...)

—Ran.— Murmuró, girando la cabeza para ver al hombre detrás suyo acariciándole el vientre.

—¿Hm?— Apegó su rostro al arco del cuello del pelinaranja.

—¿Y si pides una pizza? Tengo muchas ganas de comer algo picante...— Sonrió suplicante, tirando atrás su cuerpo con tal de hacerle cariñito.— Por favor, amorcito...—

Ran negó con la cabeza, si bien Nahoya tenía un peso bastante saludable con su embarazo, no podía salirse tanto de su dieta estructurada.

—No bebé, dijimos que sin muchos antojos ¿Bien? La doctora dijo que no puedes comer muchas grasas...—

Eso le hizo fruncir el ceño.

—Amor... de verdad quiero mucha pizza... No me hagas esto ¡Quiero pizza!— Tal como un niño, estaba armando berrinche.

—¿Y amorcito no quieres?— Besó rápido su mejilla.

—Quiero pizza, no mugrosos besos.—

—... Mugrosa pizza es la que no te voy a dar.— Frunció el ceño.— Ya, Nahoya, así con menos ganas voy a pedir una Pizza...—

—¡Ryu quiere comer pizza!— Se hizo aún más atrás, apegando su cuerpo al del Alfa.— No le hagas esto a tu cachorrito... Quiere comer pizza.— Hizo un mohín con sus labios, acariciando las mejillas de su esposo con sus rizos, moviendo lento y suave su cabeza.

—No.— Rodó los ojos.— A todo esto ¿Te tomaste las vitaminas de media tarde?—

El pelinaranja frunció aún más su ceño, estaba más dolido ¿Por qué su esposo no se preocupaba de sus antojos? No ha tenido tantos por lo mismo, por cuidarse, pero que cambiara el tema por algo relacionado a su cachorro le molestó. ¿Acaso pasó a ser sólo una incubadora de su descendiente?

—Vete a la mierda, me voy a mi nido... ¡Que lastimosamente tiene su feo olor a perro de cafetería!— Se puso de pie, apartándose las manos del hombre en su abultado vientre.— Ve a buscarte un omega de compañía o algo, te huelo la puta frustración sexual a kilómetros.— Dicho eso se alejó a paso rápido, levantándole el dedo del medio.— ¡Te odio!—

Ran sólo se quedó ahí quieto con el rostro sereno, sólo cerró sus ojos por el impacto del portazo que el pelinaranja dió.

—Dios... maldito violento...— Murmuró, pero seguido se mordió el labio.— Pero eso me prende bastante.—

Ni estaba molesto por el berrinche de su esposo, sabe que es así y es peor durante su embarazo, sus procesos hormonales están disparados e inquietos, es más... Incluso sin ellos es violento pero muy tierno a los ojos de Ran.

No era sorpresa saber lo reprimido que está, Nahoya le prohibió siquiera que lo mirara con otros ojos, dando inicio a una abstinencia horrible que lo ha tenido más de una ocasión encerrado en el baño agitando su brazo.

Y eso ya no le gustaba.

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Fruit [ Haitani x Kawata ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora