Fruit [ Haitani x Kawata ]

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—¿Y bien?— El hombre susurró en el oído ajeno, apresando su cintura con ambas manos.— ¿Otra ronda?—

Nahoya asintió entre risas, volviendo su cabeza hasta encontrarse con la de él, dispuesto a darle un sonoro y hambriento beso donde sus labios ni eran los protagonistas, no como sus lenguas.

Ran abrió nuevamente las piernas del chico que estaba sobre él, acomodándose para así tenerlo bien y cómodo.
Tomó su miembro todavía duro y con un bombeo rápido lo acercó hasta la ya profanada e irritada entrada del ex-Kawata.

—Espérate... Ponte condón.— Susurró lento, con un innegable tono seductor.

—¿Hm?~ ¿No quieres darle compañía a Ryu?— Besó su cuello, dando una larga lamida a éste seguida de un agarrón.

—Qué cómico andas hoy, papi.— Jadeó sonriendo, tratando de ocultar su enojo.— Vamos... Aún nos queda una tira...— Estiró su brazo, buscando la linea de profilácticos, sacando uno y con cuidado lo abrió y pasó al pelimorado, quien con un ceño derrotado lo fue acomodando a su falo.

—Listo... Está puesto...— Le otorgó una nalgada, soltando risa entre ambos.

Nahoya se preparó y con cuidado fue bajando su cuerpo metiéndose por completo ese bien dotado miembro.
Soltó un jadeo al ver el bulto en su vientre y sin pensarla lo apretó, dando un leve gemido y varios jadeos.

—Ah, mierda... extrañaba hacer esto todas las noches.— Suspiró Ran, deslizando con nulo cuidado sus manos por toda la silueta del chico.— Realmente sigues estrecho... Siento como si fuera la primera vez ¿La recuerdas? Y-yo recuerdo bien ese día...—

—¿P-por qué te pones a recordar el pasado en un momento como éste? Maldita sea... ¡Sólo follame duro!— Soltó risita juguetona, dando un ligero saltito para auto embestirse.— ¡Ah! Extrañaba esta estúpida cosa deliciosa que tienes entre las piernas!—

Ran estaba caliente y bastante, era la primera noche luego de meses sin acción. Así que no dudaría en abusar de su propio amiguito y hacerle aguantar en lo mínimo cinco rondas.

Tomó del torso al menor, bajándolo y así apegándolo a su pecho, abrazando fuerte desde su cintura para apresarle y fue que abrió las piernas para mayor soporte, iniciando sin previo aviso las brutales embestidas que resonaban por toda la habitación.

Nahoya soltó incontables gemidos llorosos, aferrando sus manos y enterrando sus uñas en los hombros del pelimorado con la intención de liberar algo de su tensión.

Y no funcionaba, su cuerpo era en pocas palabras apuñalado por ese duro trozo de carne que le estocaba sin piedad cada uno de sus puntos sensibles.

—¡Ah! Mierda... Ahí... fóllame duro ahí, papi.— Suspiró apenas, su espalda estaba arqueada y sus ojos miraban hacia arriba y formaban un pequeño visco a la par se mordía el labio tratando de aguantar.