Fruit [ Haitani x Kawata ]

[🍈4🫐]

El olor efectivamente desapeció al cabo de una semana. Aunque nunca pensaron que el hecho de estar cubiertos con el olor de un Alfa dominante tuviera sus pro.

Por ejemplo Nahoya se aprovechó de la situación para poder hacer lo que quisiera, las peleas con otros omegas de su grado eran ganadas con facilidad puesto que el sentir esa presencia de un Alfa dominante en el cuerpo pequeño de ese meloncito significaba peligro, no querían imaginarse qué pasaría de meterse con el Omega de él.

Souya por su parte dejó de ser acosado por algunos Alfas de bajo nivel, es más, ni lo miraban o pasaban rápido de su lado.

A excepción de sus amigos quienes claramente conocían la situación y sacaban bromas de aquello.

En verdad la situación les daba igual con tal de tener cierto poder consigo en la preparatoria.

Aunque en verdad la cosa realmente cambió de un día para otro, Lunes después de clases para ser más claros.

El reloj ya daba las 18:25, habían salido después de clases con varios de sus amigos a almorzar y divertirse un rato en el santuario Meiji cercano a la preparatoria de Kazutora y Takemichi.

Pero ya era tarde y hora de volver lamentablemente en el transporte público, ya que seguían castigados por el hecho de llegar totalmente ebrios a casa, tarde y con la motocicleta del pelinaranja rasmillada por las veces que se cayó apenas intentaba andar un par de metros.

El viaje en metro fue lo de menos, estaba un poco lleno pero al menos no se notaban aromas desagradables para el agudo sentido de Souya.

Apenas el tren se detuvo en la estación principal de Meguro bajaron, tomados de la mano para no perderse y que alguno se quedara atrás, Nahoya había desarrollado un pequeño miedo desde el incidente de hace seis años atrás.

El invierno comenzaba y el frío también, compraron cada uno un café en la máquina expendedora de la estación y emprendieron la caminata hasta su domicilio, no era tanto y preferían eso a gastar un poco más en autobús.

Nahoya hablaba sobre lo injusto que era irse en el metrotren y no en sus motocicletas, sobre lo incómodo y caluroso que puede ser en varios casos.
Pero Souya sentía su nariz cosquillear y un familiar olor le hacía distraerse con facilidad.

El mayor volteó a verle y con el ceño fruncido tiró de su mejilla.

—¡No me prestabas atención!—

Pero él hizo una seña con sus dedos para que guardara silencio y en voz baja mencionó que se quedara quieto a su lado.

—¿Ah?— Enarcó una ceja, pero nuevamente fue reprendido por lo ruidoso que era.

Souya comenzó a sentir más cercana la fragancia así mismo su mayor, quien también volteó en dirección de donde creía provenía.

Dos jovenes de aproximadamente 18-20 años venían a paso lento con una sonrisa desinteresada en sus labios, fingiendo no saber o no conocerles en absoluto.