Capítulo 33 ;; Lo tortuoso de amar.

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Sean bienvenidxs al último capítulo ;)
No se olviden de que todavía falta el epílogo <3

Mis piernas cuelgan del borde. Más allá, el amanecer en el horizonte abraza con sus rayos de luz las casas debajo de mí. El cigarrillo de menta que encendí con intenciones de relajarme yace en las tejas carmesí, apagado y entero.

"¿Por qué todos los que amo se van?"

Esa fue la pregunta que me hice en mi cumpleaños número 15, sentado frente a la mesada de la cocina con un cupcake de vainilla que yo mismo había comprado en el supermercado. Mi primer cumpleaños solo.

Mi padre se había marchado. Había empacado sus cosas y había salido por la puerta para no volver. Mamá se había comenzado a consumir como un cigarro, se había perdido a sí misma, y yo la había perdido a ella.

Entonces, me sentí tan enfadado... Si todos los que amaba se iban a ir, ¿para qué venían en primer lugar?

En ese momento no sabía la verdad. Así como tampoco sabía que existen matices.

Las personas venimos en capas. Y a medida que vamos conociendo a alguien, vamos quitando una por una, aunque estoy seguro de que jamás llegamos al centro.

Puedo distinguir algunas capas de África. Una chica a la que le han hecho creer que su único valor deriva en su belleza y en qué tanto se puede parecer a su hermana. Una chica que no llora. Que cuando se enoja, explota contra lo primero que encuentra. Una chica a la que le gusta cantar, aunque sus padres jamás lo aceptaron. Una chica que usa el rojo más que cualquier otro color, que se ríe abiertamente, que ama-odia la lluvia, que no tiene miedo de decir lo que piensa. Una chica que tuvo que romperse en mil grietas para poder brillar. Una chica que está jodidamente asustada de amar.

Supongo que no puedo juzgarla. Si alejarse de mí va a hacer que se sienta mejor, soy el primero en apoyar esa decisión, aunque no se sienta bien.

El punto es que reconciliarme con aquellos que quise y conmigo mismo será una tarea complicada. No es algo que suceda de un día para otro.

Por algún lado hay que empezar.

Con delicadeza, dejo la caja de los discos de papá sobre mi cama. Voy sacando uno por uno para quitarles el polvo y revisar que no hayan sufrido daños por el golpe que les di hace varias semanas y los acomodo en la estantería que dispuse para ellos.

Una hora atrás, Eros me preguntó por qué no estoy enojado; con África, por irse; con Silvia, por mentirme; con Gustave, por hacer lo que hizo, algo que muchas personas consideran egoísta.

Creo que todos tuvieron razones para hacer las cosas que hicieron, y nunca son simples. No se basa en si son buenas o malas personas. Los humanos somos mucho más complejos que eso.

Todos la cagamos pensando que es lo correcto. Y sin conocer el mundo interno de alguien, pocas veces podemos saber si hubiéramos actuado igual que él o no.

No conservo muchos recuerdos de papá. Los pocos que tengo, los he encerrado bajo llave en el fondo de mi consciencia, manchados por un odio que no se merecían en primer lugar. Pero ahora, viéndolos desde un ángulo diferente, puedo asegurar que fui feliz.

Fui feliz bailando las canciones de Keane a su lado. Fui feliz jugando a las escondidas en el parque con él, cuando me dejaba ganar para que no me sintiera mal. Fui feliz cuando me enseñó a tocar la guitarra, confiándome una parte tan importante de su alma. De alguna forma, creo que se aseguró de dejarme su legado más preciado antes de partir.

Y África... Mi África.

Ambos estamos tan rotos que, al intentar juntar nuestros trozos, fuimos incapaces de complementarnos.

Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora