Capítulo 2 ;; Taylor Shift.

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—Adiós, mamá. Volveré en un rato.

—¿A dónde vas? —Se levanta del sofá, y entonces sus ojos captan mi mochila de la escuela.

—Estudiaré química con Bell.

Bell es una de las únicas compañeras de mi clase que mis padres conocen, pero yo no llamaría "amistad" a lo que compartimos.

—Vale. Pasenla bien. No regreses muy tarde.

—Nos vemos. —Le doy una sonrisa antes de salir de casa y, al oír la puerta cerrarse... arrojo la mochila entre los arbustos.

La dirección que el tal Derek anotó no queda tan lejos de mi hogar, así que no tardo más que veinte minutos caminando para llegar. Se trata de una casa, supongo que la del guitarrista. El garaje está al costado, abierto, y los chicos se encuentran allí afinando sus instrumentos.

El bajista, cuando me ve, se acerca con una amplia sonrisa.

—¡África! Viniste. Creímos que Derek te habría espantado.

—Claro que vine. Y, respecto a Derek, no te preocupes. Me he topado con críos que dan más miedo que él.

—África, qué bueno verte. —Eros me saluda con un abrazo que me deja ciertamente pasmada, pues no lo esperaba. —Ah, lamento eso...

—No te preocupes.

Derek se limita a mirarme de arriba a abajo con ese gesto aburrido que nunca parece borrarse.

—¿Vas a quedarte ahí parada o vas a cantar?

Abro la boca para contestarle, pero termino por cerrarla; ganarme su antipatía no va a ayudarme.

—Denme un momento.

Busco la pista de karaoke en mi teléfono. Elegí "Getaway car" de Taylor Swift porque es la que mejor conozco. Cuando la canción comienza a sonar, Derek suelta un suspiro sonoro lleno de estrés que no comprendo, hasta que Sean y Eros se agarran de las manos con emoción y el segundo suelta un gritito ahogado. Mientras canto, ambos cantan también por lo bajo. No puedo negar que la forma en que Derek me observa, con las cejas alzadas, me pone bastante nerviosa.

Cuando la canción termina, Eros y Sean se levantan de golpe, aplaudiendo ruidosamente.

—¡Por supuesto que estás dentro! Eres nuestra pequeña estrella a partir de ahora. —Eros me toma de las manos, sonriente.

—Debo aceptar que fue bastante aceptable para ser una canción de Taylor Shift —expresa Derek, quien no parece contento ante la idea de que pertenezca a la banda, pero cuyos ojos no dejaron de observarme mientras me desenvolvía con la música.

—Taylor Swift —lo corrige Sean, irritado. —Y fue más que aceptable. Incluso tú la mirabas embobado.

—No es cierto. No fue para tanto. —Derek se pone de pie y desaparece por la puerta.

—Ignóralo. Está enfadado porque resultaste ser más buena de lo que pensó. —Eros me alcanza el micrófono con una sonrisa imborrable. —Y porque hicimos una apuesta, la cual acaba de perder.

Saber que Eros apostó por mí me hace sonreír también.

—¿Y qué apostaron?

—Tendrá que lavar los platos y la ropa por tres semanas.

—Eso no suena tan terrible.

—Él odia hacer esas cosas.

—Derek odia cualquier cosa, menos su guitarra y su madre —aclara Sean.

Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora