Epílogo (parte 2: Derek)

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"Five drinks later, trying to forget your face
I failed again, and though about to call you
But I don't want you to see me as what I am
Cause I'm never afraid, and now I'm so fucking scared".
"Coward". Derek.

La esperanza.

Derek leyó por ahí que la esperanza hace que el náufrago agite sus brazos en el agua aún cuando no hay tierra a la vista.

Lo comprobó más de una vez a lo largo de los siguientes 7 años. Como cuando su madre recayó y no tuvo más opción que llevarla al hospital y aceptar que no podía cuidarla solo; Silvia necesitaba más ayuda de la que él podía proveerle.

O como cuando esperar a que África volviera comenzó a parecer un sueño inútil.

También, cuando sus mejores amigos se mudaron a una casa más grande que la que solían compartir y tuvo que aceptar cualquier trabajo que pudiera para poder cubrir los gastos del apartamento al que eventualmente se mudó.

En el momento en que Silvia salió del hospital, una idea comenzó a formarse en la mente de Derek; mudarse a Vermont, tal como había fantaseado años atrás. Había quedado flechado por aquel sitio.

Pero su madre se negó.

—¿Por qué no? —Derek torció los labios. —Piénsalo, ma. Es un lugar precioso. Encontraremos la paz que necesitamos. Incluso podrías conseguir un trabajo, ahora que te lo han permitido.

—Suena a una idea maravillosa, querido. —Silvia sonrió con sinceridad y cubrió las manos de su hijo con las suyas. —Pero... he conocido a alguien.

—¿... Alguien?

—Un hombre. Un enfermero.

Su madre tenía esa mirada soñadora que sólo podía tener alguien enamorado. Lo sabía porque era justo el brillo que sus ojos habían adquirido cuando África apareció en su vida.

Entonces lo entendió.

Al principio, Derek temió por los sentimientos de Silvia. Aunque ahora parecía otra persona, no podía olvidarse del vacío en su mirada, de la palidez de su piel, del miedo al abandono y la posibilidad de recaer.

No obstante, a medida que el tiempo avanzó, se dio cuenta de que Silvia no sólo parecía otra persona; lo era. Pasaba mucho más tiempo a solas; le contaba, por teléfono, sobre sus salidas con su nueva pareja y también, muy contenta, sobre cómo ahora salía a tomar café en la cafetería de la esquina de su nueva casa. Además, se había obsesionado con el crochet y solía asistir, dos veces a la semana, a yoga. Y cada viernes, al anochecer, Derek y su madre cenaban y miraban todas esas películas que se habían perdido de ver juntos en esos años en los que Silvia había estado desconectada.

La cuestión es que Silvia había encontrado la paz interior. Ahora mostraba una faceta de ella misma —a la que llamaba "su mejor versión''— que Derek jamás había visto. Ni siquiera cuando su padre seguía vivo. Suponía que, después de todo, la relación de sus padres tampoco era tan perfecta como solía creer de niño.

Hablar de su ex esposo ya no era algo que afectara a su madre, así que Derek había aprovechado alguna que otra ocasión para sonsacarle información.

Le pareció curioso el hecho de que su padre parecía haberle enseñado más cosas estando ausente que cuando estaba presente. Sonaba horrible, pero era un hecho.

—Tu papá tenía una obsesión con los peinados ochentosos —le contó Silvia una vez, sonriendo de oreja a oreja ante el recuerdo. —Eras muy pequeño como para recordarlo, pero cuando eras un bebé, solía salir a la calle con alguno. Y yo me ponía roja por la vergüenza, porque todo el mundo se nos quedaba mirando, pero aún así le aseguraba que le quedaban geniales y que para nada habían pasado de moda. Es que tan solo hacía falta ver la cara de orgullo que ponía cuando el pelo le quedaba tal como las fotos que copiaba...

Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora