Capítulo 19 ;; Explosivo, contradictorio e intenso.

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Apago el despertador de un manotazo. No ha dejado de sonar en la última media hora. Antes de levantarme de la cama y ponerme en marcha, reviso los mensajes de Bill, y luego los del grupo de la banda; están hablando acerca de realizar un posible viaje con el dinero que hemos ganado. Cuando Eros pregunta qué me parece la idea, replico con la verdad; que no creo poder ir por dos simples razones. La primera, que la semana que viene es el viaje escolar. Y la segunda, que la banda todavía pertenece a mi vida paralela, a esa de la que mis padres no tienen idea, así que por razones lógicas no puedo pedirles permiso.

Es entonces cuando miro la hora y la insistencia de la alarma cobra sentido; estoy llegando media hora tarde.

Mierda. Estoy llegando media hora jodida tarde.

Salgo de casa prácticamente corriendo. Cuento con la fortuna de vivir cerca, por lo que no tardo en llegar. Al entrar, todos mis compañeros, anormalmente callados, se voltean para mirarme por un segundo y volver a la hoja frente a ellos con desinterés. Me siento en el banco libre junto a Bell.

—Hola, Bell —murmuro, intentando hacer el menor ruido posible, aunque un chico me observa con mala cara.

—Shhh. —Bell le dirige una mirada atenta al profesor. —Estamos en exámen.

Mis ojos se abren tanto que temo que se salgan de sus cuencas.

—¿De qué exámen estás hablando exactamente?

—¡África Lennox! —La voz del profesor hace que me reincorpore en mi silla. —Ven aquí.

Respiro hondo, dejo la mochila en mi lugar y me dirijo a su escritorio.

—Vas a tener que salir del salón.

—¿Qué?...

—El exámen era a las 8. Son las 8:45.

—Pero...

—Sin peros. Tendrás que salir para no molestar a tus compañeros.

—Usted no lo entiende. ¡Tengo que hacer ese exámen!

Mi corazón brinca con desenfreno. Ya comienzo a parecerme a Asia, a diferencia de que a mí no me interesan los resultados de ese estúpido exámen de física, sino la reacción de mis padres.

Bueno... y la de Asia. La reacción de Asia me asusta.

—Lennox, salga del salón, por favor.

—Se lo suplico.

—Yo no le voy a suplicar que se retire, pero quizás una nota de castigo la motive.

Suelto un bufido sonoro que soy incapaz de ocultar y salgo de allí hecha una furia.

Lo entiendo. De verdad. Sé que es lo justo, pero jamás me había pasado.

Suelo ser una buena alumna. Tan buena como Asia, tal como mis padres lo desean.

Y ahora van a enterarse, y me matarán.

Contrariada, ya en la puerta de la escuela y con otra hora más por delante que esperar antes de que me dejen ingresar nuevamente, busco entre los contactos de mi teléfono. Entre los frecuentes, aparecen Bill, Derek y América.

Parece que vas a tener que hacer ta-te-ti.

Mi dedo termina parando en el luminoso nombre de Bill quien, diez minutos después, aparece con su frecuente sonrisa dulce.

—¡Gracias, gracias, gracias! —Rodeo su cuello con mis brazos y le doy un beso en la mejilla.

—No tienes que agradecerme, bonita.

Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora