"Everybody moved on
But I can still hear the sound of the rain
When we almost kissed
When you showed me beauty in the most awful things".
—"Why I walked home". África.América deslizó por encima de la mesa una hoja. África la observó con escepticismo.
—¿Qué es? —preguntó, inclinándose y acomodándose el abrigo por encima de los hombros.
—Lo que me pediste. —Mer sonrió con calidez.
África se encaminó a casa mientras leía el contenido de la lista. Eran números telefónicos de diferentes terapeutas.
Le había parecido que era una buena idea asistir a terapia, por un año como mínimo. Necesitaba aprender a sobrellevar las heridas que tanto se había esforzado por cubrir, solo para descubrir que no desaparecerían fingiendo que no existían.
"Es que a veces siento que estoy llena de agujeros que no sé cómo llenar", le había dicho hacía unos días a América.
"Quizás no es necesario", le respondió. "Quizás esos agujeros te hacen ser lo que eres. Como... como un queso gruyere. ¿Comprendes?"
No había podido dejar de pensar en Michael en el último tiempo. No estaba segura de por qué, pero se dio cuenta de que jamás lo había dejado de hacer. Y de verdad lo necesitaba. Así que, entre muchas otras, esa fue una de las razones por las que decidió comenzar terapia.
En una de las sesiones, su psicóloga le dijo que solo ella tenía el poder de decidir qué trascendencia tenían las situaciones en su vida. En otra, le hizo darse cuenta de que la mayor parte del daño se lo hacía ella misma.
Y así, día tras día, la tristeza se fue convirtiendo en algo un poco más lejano. Descubrió que podía canalizar su ira a través de la música y, medio año más tarde, tenía tres cuadernos llenos de canciones sobre el escritorio.
La terapia no había desaparecido sus problemas, pero sí los había hecho más llevaderos. Había tenido suerte al encontrar una psicóloga tan comprensiva y paciente.
Se llamaba María. Tenía los ojos marrones y un acento húngaro muy peculiar que le recordaba a cierto muchacho que solía conocer y del cual evitaba hablar.
Porque cada vez que lo intentaba, dolía demasiado.
Así que escribía canciones sobre él.
—Son realmente buenas —comentó María en una de las tantas sesiones, con mirada asombrada y uno de los cuadernos en las manos. —¿Nunca intentaste hacer algo con ellas?
—¿Como qué?
—Subirlas a YouTube.
Así fue cómo las canciones de África fueron a parar a la plataforma bajo un seudónimo.
Subía una nueva cada viernes sin falta, intentando que sus estudios no interfirieran y no le robaran ese pequeño momento de paz que se había vuelto rutina.
Al principio, las vistas no llegaban. Sin embargo, hubo una canción que generó mayor impacto y los comentarios y likes no tardaron en llegar.
África se sentía como en un sueño. Al volver de la universidad, revisaba su computadora y encontraba nuevos visitantes. A la semana, el video tenía 30.000 vistas. Para el mes, ya contaba con 100.000.
Y cuando el año finalizó, un millón de personas habían dado click al "me gusta".
Lo malo de este sueño era que, cuando llegaba la noche y se acostaba sola en su cama, se daba cuenta de que no podía compartirlo con las personas que realmente le importaban.
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Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)
Teen FictionÁfrica es una amante de la música que teme mostrar su verdadera luz. Derek toca la guitarra para escapar de su oscuridad. ¿Qué pasará cuando estas dos melodías se fusionen? Segundo libro de la serie Lennox. NO es necesario leer el anterior para comp...