Capítulo 20 ;; Bragas de abuela.

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Estar empacando a las 7 de la mañana con mis padres dándome un sermón a mis espaldas no es mi plan favorito de miércoles.

Resulta que a mi preciado profesor se le ocurrió hacer un llamado el día anterior para notificar a mi familia sobre mis resultados de la evaluación de la semana pasada, en donde claramente saqué la peor calificación de toda mi vida.

—No puedo creerlo. De verdad. ¿En qué estabas pensando, África? —Mamá me persigue alrededor de la cama mientras meto un par de camisas en la mochila. —Esa nota es una vergüenza y no te ayudará a ingresar a la universidad de medicina. ¿Quieres tener una vida mediocre? No lo entiendo. ¿Quieres ser como América? Porque lo único que tiene esa chica es un novio que la mantiene. ¿Eso quieres ser? ¿Una mantenida?

Estuve ignorándola hasta este momento. Me giro hacia ella para dirigirle la mirada más gélida que le dirigí jamás. Sin embargo, antes de que pueda abrir la boca, papá se apresura a ponerle una mano en el hombro para calmar los aires.

—Cariño, ¿por qué mejor no dejamos que se prepare tranquila?

—Está bien. —Suspira y vuelve a dirigirse a mí. —Espero que este viaje te haga reflexionar.

Si antes estaba convencida de mentirles, ahora lo estoy aún más.

En la versión de su cabeza, estoy por subirme a un autobús junto a mis compañeros rumbo al viaje escolar de fin de semestre. En la versión real, estoy por ir a Stowe, Vermont con mis mejores amigos —y Derek— con el dinero que hemos ganado en la competencia.

Cuando cierran la puerta detrás de ellos, suelto el aire que estoy conteniendo e intercambio mi pijama por un conjunto más abrigado. Rozando el invierno, afuera el aire ya se siente frío y la nieve comienza a aparecer en las calles. De hecho, al verme en el espejo, descubro que mi nariz está roja, y que los contornos de mis ojos también.

Me río sola recordando el apodo que Derek me otorgó y me obligo a dejar de hacerlo, sólo para descubrir que tengo una sonrisa un poco tonta entre los labios. Parezco una loca, sonriendo sola.

Al bajar a la sala, mis padres, quienes hablaban bajito, dejan de hacerlo para mirarme. Suelto un suspiro y me acerco a darle un abrazo a cada uno y susurrar un "lo siento" que tiene más carga de la que ellos podrían comprender.

Los chicos me recogen un par de cuadras más adelante. Eros y Derek están afuera del auto, esperando para ayudarme con la mochila, mientras que Sean... Sean está roncando en los asientos de atrás y cubierto con unas cinco mantas de polar.

—Hola, dulzura. —Eros me recibe con un abrazo y, con ayuda de Derek, guarda mis cosas en el baúl antes de ir apresuradamente al asiento de conductor.

—Creí que tú conducirías. —Observo a Derek, confundida, ya ambos acomodados junto a Sean que, la verdad, no deja mucho espacio para otras personas, de modo en que mi cuerpo queda pegado al de Derek y en todo lo que puedo pensar es que debería ser ilegal oler así de bien.

—Nos turnaremos —me explica.

—Ponte el cinturón. —Lo señalo en amenaza.

Derek pone los ojos en blanco, pero termina haciéndome caso. Satisfecha, recuesto la mejilla en el vidrio y me limito a observar con atención las casas que vamos dejando atrás.

Eros aprovecha que es él quien conduce y, al encender la radio, elige una canción de Taylor Swift. Miro a Derek de reojo, esperando una queja que nunca llega, pues en realidad comienza a tararearla por lo bajo, casi sin darse cuenta. Una sonrisa de burla se expande lentamente en mi rostro hasta que lo ocupa todo y es en ese momento en que Derek se gira para mirarme con sospecha e irritación.

Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora