Capítulo larguito y potente para compensar que me volví a colgar con las actualizaciones, sí señores.
Anyways, disfrútenlo, porque este es seguramente el capítulo más largo en todo el libro (pero no el más potente, sólo digo).
Eros y Sean, a mi lado en el sofá, se inclinan hacia adelante cuando el presentador anuncia que dirá aquellas bandas que pasaron a los cuartos de final. Esto quiere decir que solo ocho de los participantes continuaremos en la competición.
—Crazy Dogs, Fraye...
La forma en que mis amigos se van estirando hacia adelante con cada nombre mencionado no me ayuda a relajarme. Derek está sentado en el apoyabrazos que me corresponde, pero estoy demasiado nerviosa como para quejarme, mientras él fuma un cigarrillo con expresión aburrida.
Aprieto con fuerza las manos sobre mi regazo, tanto que no noto que me clavo las uñas en las palmas, hasta que Derek entrelaza una de sus manos con las mías y me observa con cautela, quizás temeroso de mi reacción. Yo sólo le dedico una pequeña sonrisa de agradecimiento, vuelvo la vista al escenario e intento ignorar las extrañas y molestas cosquillas en mi estómago. Porque sigo nerviosa, pero por razones diferentes.
Los nombres continúan pasando, y ninguno es el nuestro, hasta que sólo falta el último de la lista y el presentador hace una pausa dramática, posando sus ojos en cada persona en el bar.
—Y... The Mines.
Eros suelta un chillido que me hace respingar antes de abrazarme con fuerza, rompiéndome todos los huesos. Sean también me envuelve entre sus brazos y, cuando se felicitan entre ellos, me giro hacia Derek, que se limita a asentir y regalarme una sonrisa de boca cerrada.
—Nos merecemos unos buenos tragos, ¿no? Ya regreso. —Eros se dirige hacia la barra.
Es entonces cuando los vemos; los integrantes de Crazy Dogs salen de atrás del escenario con esas máscaras horribles que los caracterizan. Son, literalmente, cabezas de perros de goma pero sin los ojos.
—Me dan miedo —confieso.
—Son sólo unos idiotas —asegura Derek, dándole una calada a su cigarro.
Para nuestra desgracia, se dirigen directo a nosotros. Uno de ellos, el más alto, se deja caer entre Sean y yo y coloca su brazo detrás de mí, en el respaldo. Derek se pone de pie bruscamente, fulminándolo con la mirada, atento a cada uno de sus movimientos. Su mano no suelta la mía.
Frunzo el ceño. Hay algo en el desconocido que me resulta familiar, pero no sé qué.
—Felicitaciones —exclama con ironía. Su voz es ahogada por la máscara. —Es la primera vez que The Mines tiene una vocalista decente... y que esté tan buena.
Los otros dos sueltan una risa. A mí me parece que son tres imbéciles. Sean y Derek intercambian una mirada severa, antes de que Derek me haga un gesto para que nos vayamos.
Sin embargo, cuando hago el ademán de levantarme, el tipo a mi lado tira de mi muñeca y me obliga a sentarme otra vez.
—¿Adónde vas? Estamos festejando, no seas grosera.
Me volteo hacia él con el entrecejo hundido.
—El grosero eres tú con esa máscara ridícula. Se supone que, cuando hablas con alguien, le miras a la cara.
Como no responde, aprovecho ese momento para levantarme y pegarme al costado de Derek en un gesto inconsciente que no noto hasta segundos después, cuando Eros regresa haciendo malabares con cuatro copas y nos dirige una mirada de incredulidad. Sean se coloca a nuestro lado, fulminando con la mirada a los desconocidos, como si se estuviera preparando para dar puñetazos de ser necesario.
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Sobre la pasión y otros peligros (‹‹Serie Lennox 2››)
Roman pour AdolescentsÁfrica es una amante de la música que teme mostrar su verdadera luz. Derek toca la guitarra para escapar de su oscuridad. ¿Qué pasará cuando estas dos melodías se fusionen? Segundo libro de la serie Lennox. NO es necesario leer el anterior para comp...