Capítulo 4

1.2K 161 17
                                    

🌙 Aullidos de Amor 🌙

🌙 Aullidos de Amor 🌙

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 4

Naruto se limpió las manos con un trapo que sacó de su camioneta mientras miraba la vieja derruida cabaña del viejo Otsusuki.

Se entristeció mucho cuando llegó y vió el estado de la vieja cabaña. La había recordado como un viejo amable y risueño, siempre dispuesto a ayudar y había sido uno de sus primeros clientes. Otsusuki había terminado siendo casi un padre para él en corto tiempo. Naruto había respetado mucho al viejo viudo.

Sonrió cuando recordó a la nieta.

Hinata era pequeña en estatura, por lo menos para él, ya que apenas le llegaba al hombro, pero tenía carácter. Un carácter muy parecido al viejo Otsusuki, pensó al recordar cómo lo había enfrentado cuando él había intentado decirle que la cabaña no era lugar para ella.

—¡Oh! ¡Busquen refugio!— gritó una voz profunda desde su costado—. ¡Corran antes de que caiga el torrencial!

Naruto miró con el ceño fruncido a Sai.

—¡Oh! ¡Falsa alarma muchachos!— gritó a los otros que se acercaban desde la cabaña.

—¿Comiste pescado Sai?— preguntó con profunda y tranquila voz Shino mientras tomaba su largo tapado negro de la camioneta.

Sai arrugó su nariz.

— Sabes que odio el pescado, ¿de qué hablas?— gruñó.

—Mmm, creí que habías comido algún pez payaso y te pego lo estúpido—, aclaró.

Sai se encogió de hombros.

—Hombre, sólo me pareció raro ver la sonrisa de Naruto sin nadie a quien engañar para mostrarla.

—Oye, que no engaño a nadie— se defendió Naruto con el ceño fruncido ferozmente.

—Que va, hermano. Si eres una chispa de felicidad a nuestro lado—, respondió irónicamente y rodando los ojos.

— Sai—, reprendió Kakashi mientras se detenía al lado de un Naruto muy molesto.

— Déjalo, está molesto porque Ino se arrepintió de follarlo—, dijo con tranquilidad Shikamaru mientras se apoyaba en la parte de delantera de la camioneta.

Sai gruñó desde el fondo de su garganta mientras le mostraba los dientes, un poco más largos, al de pelo largo y oscuro. Shikamaru le mostró una media sonrisa, su colmillo sobresaliendo sobre su labio inferior. Sasuke se apoyó al lado de la camioneta, en medio del camino de ambos si es que se lanzaban a la lucha. Naruto miró a ambos, sus machos estaban cada vez más violentos y lo entendía, cuando la época de celo se acercaban se volvían unos verdaderos idiotas.

—Ya basta— ordenó con voz profunda—. No se van a poner a luchar en terreno de Otsusuki. Tenemos que arreglar la maldita cabaña, no terminar de tirarla.

Sai volvió a gruñir, pero movió su cabeza hacia un lado para sonar los huesos de su cuello, aflojando las músculos que se habían marcado más mientras las pupilas de sus ojos, que se habían agrandado, volvían a la normalidad. Dejó de gruñir y se relajó, volviendo a sus facciones más delicadas. Shikamaru sólo bufó, pero sus pupilas también se habían agrandado. De todos modos hizo caso al alfa de la manada y relajó su cuerpo. Sasuke sólo miró a Naruto y alzó ambas cejas. El rubio negó con la cabeza y retuvo el suspiro, cada vez era más difícil mantener la tranquilidad en el grupo.

—Bien, la señorita Hyūga ha pedido que primero nos concentremos en la cocina y sala, dando seguridad para que ella pueda instalarse aquí lo antes posible.

—¿Aquí?— preguntó asombrado Kakashi dando una mirada a la cabaña.

Naruto hizo una mueca.

—Intenté convencerla que no era una buena idea, pero ella se ha negado. Tiene carácter la pequeña—, agregó con una media sonrisa sin poder evitarlo.

—Bueno, la niña no es parte de tu manada para mandarla. No todo el mundo hará lo que quieras—, aconsejo el viejo Kakashi mientras rascaba sus cabellos grises.

Naruto suspiró mientras tiraba el trapo a la camioneta.

—Ni me lo digas, me ha sermoneado.

—¿Quién? ¿La pequeña muchacha llena de barro?— preguntó curioso Sai. Naruto gruñó—. Cuéntanos, ¿Que te ha dicho, hombre?

Naruto se cruzó de brazos, pero notó que todos los machos lo miraron expectantes. Estaba intentando duro no contestar, pero también sabía que los muchachos no lo dejarían tranquilo hasta que soltara el chisme.

— Me dijo machista—, gruñó.

Naruto alzó una ceja cuando por un minuto completo los machos que lo rodeaban se quedaron en silencio. Sus colmillos quisieron reventar en sus encías cuando los machos de su manada reventaron en carcajadas que explotaron en todo el bosque. Apretó los puños, pero se mantuvo tranquilo mientras todos reían a su costa.

Obviamente no olvidaría esta humillación. La niña lo había dejado sin palabras, dejándolo en su lugar muy bien con pocas palabras. Él se había sentido molesto con la idea de que ella estuviera en un lugar tan apartado y sin seguridad, pero se dió cuenta que él simplemente no podía obligarla a no hacerlo. Hinata había tenido razón, ella le estaba pagando por un trabajo y ese no tenía nada que ver con su seguridad o dónde viviría. Si la niña quería vivir sola, en medio del bosque, apartada del pueblo, cerca de la época de celo...

Diablos.

Él no podía permitirlo.

Mientras sus machos se seguían riendo, él se volvió a la cabaña y dió unos pasos para pensar en la forma de buscar que Hinata no viviera allí. Se rascó la barbilla mientras pensaba y pensaba, pero no se le ocurría nada. Lo que más le molestaba eran las risas constantes de sus machos.

—Estoy intentando pensar, coños. Cierren sus hocicos—, gruñó sin darse media vuelta, ni dejando de ver la cabaña en ruinas con las manos apoyadas en sus caderas.

— Oye, hijo. Hagamos el trabajo y no te preocupes por la niña. Las mujeres de ciudad son muy distintas a la que estás acostumbrado—. Naruto gruñó por toda respuesta a Kakashi—. Créeme muchacho, no merece la pena.

Naruto frunció el ceño y miró a Kakashi, notando la mirada triste que daba a la cabaña. Al final, el macho mayor volvió la mirada al rubio y sonrió con tristeza, sus ojos grises ya de por si pequeños, se cerraron completamente.

—¿Hablas por experiencia?— preguntó algo curioso.

El macho se encogió de hombros y se volvió a la camioneta sin contestar esa pregunta. Naruto volvió a mirar a la cabaña y suspiró.

Debía dejar de meterse en asuntos que no le competían, decidió.

Debía dejar de meterse en asuntos que no le competían, decidió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuará...

Aullidos de Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora