Capitulo 21

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Aullidos de amor

La tarde se había oscurecido con nubes negras, avisando que una tormenta, peor que la del día anterior, se acercaba.

Hinata hizo una mueca mientras se sentaba en su cama con una gran taza de chocolate caliente y un libro en su otra mano. Aún seguía sensible entre las piernas, y sólo pensar en eso hacia que sus mejillas se calentaran.

Siempre tuvo curiosidad por lo que se sentiría estar con un hombre como Naruto. Él no sólo era enorme en musculatura o altura, su polla estaba en proporción con su cuerpo. Más aún, tenía una resistencia y fuego envidiable, algo que jamás había experimentado.

Y lo que había sentido estando con él, la asustó un poco. La intensidad de la conexión que tenía el hombre con su cuerpo, parecía poder leer tan fácilmente dónde debía tocarla para encenderla fácilmente. A eso debía sumar su voz profunda tan sexy.

Se mordió el labio y se abanicó la cara con una mano cuando sintió calor.

A penas él salió de su casa ese día, se arrepintió. Puede que su vagina estuviera adolorida por la acción, su clítoris algo sencible y los músculos de sus piernas algo agarrotados, pero maldición había merecido la pena. Naruto no la dejo a medio camino, no la uso para saciar sus ansias. En todo caso, fue como si él disfrutará más tenerla a ella corriendose una y otra vez. Su voz estaba algo rota por el tiempo que estuvo gritando casi sin sentido cuando él empujó en ella con esa enorme... herramienta.

Y, aunque estaba prácticamente saciada, sus pezones se pusieron duros y su centro se mojo cuando recordó tenerlo bajo ella. Recordar su expresión hambrienta, sus gemidos guturales, sus facciones que parecían adoloridas por el enorme placer que parecía tener mientras ella lo montaba. La forma en que perdió el control cuando ella mordió su cuello por inercia. Había hecho un ruido ahogado y la había volteado, estando él arriba entre sus muslos. Recordaba su expresión férrea cuando tomó sus piernas, las abrazo contra su pecho y comenzó a embestirla con golpes duros y profundos. Su clítoris papito al recordar cómo su polla golpeaba un lugar mágico y cerró los ojos, sintiéndose caliente de nuevo. Ella se había corrido, gritando, y él siguió golpeando, peleando con sus contracciones, para hacerla correrse una vez más antes de él mismo dejarse ir en una tercera.

Pero eso no la asustó... En realidad, no del todo. Fue lo que pasaba entre las rondas del sexo.

Naruto había sido áspero en los bordes mientras la follaba, había usado palabras crudas para excitarla. Sus golpes habían sido algo rudos y su expresión llena de puro deseo carnal. Pero...

Cada vez que él se dejaba ir, era dulce, casi delicado mientras acariciaba su piel y la acomodaba en sus brazos. Sus manos con callos, la habían tratado como si fuera el más fino cristal, esas mismas manos que habían apretado su trasero, sus muslos o sus pechos con rudeza. Sus dedos, esos que había pellizcado sus pezones y se habían metido entre sus labios para simular una felación, habían sido cómo alas de mariposas mientras tocaba su rostro después. Sus labios, que habían dicho cosas sucias y besado con frenesí, eran dulces y tiernos cuando la besaba lentamente antes de tomar una pequeña siesta. Sus ojos, los que habían estado oscuros del deseo, parecían brillar luego...

Y eso la asustó.

Porque sería fácil para ella enamorarse de ese hombre. Ella caería con la fuerza del empuje de un tornado si se lo permitía.

Dejó olvidado el libro que tomó para distraerse y agarró la taza con ambas manos mientras lo llevaba al rostro. Olió el exquisito chocolate y suspiró.

No debería enamorarse de él, no sería profesional.. Ella bufó al pensar en ello. La profesionalidad había salido volando por la ventana cuando ellos se habían besado y habían follado cómo dos animales salvajes.

Estaba por tomar un poco de su chocolate cuando un ruido la detuvo. Asustada, giro el rostro para el patio trasero de la casa, aunque como no tenía visión que traspasaran las paredes, ella no podría saber que había tirado cosas allí. El ruido había sido lo suficientemente fuerte para darle la curiosidad para dejar la taza en una mesita y levantarse con otra mueca.

Hinata camino hacia la cocina y se detuvo de golpe al ver la sombra negra en su ventana. Jadeó, sin saber que era, pero reconociendo el perfil que se dirigía a la puerta trasera de la casa.

Los latidos de su corazón se agitaron, un escalofrío bajo por su cuerpo congelado por el terror cuando escuchó un gruñido. Su sangre parecía rugir en sus oídos mientras intentaba hacer que su cuerpo reaccionará mientras escuchaba algo subir al suelo de madera donde estaba la puerta de la cocina. Todo pareció intensificarse cuando hasta ella llegaron los sonidos. El ruido del transformador, el crujido de la leña al quemarse, su respiración trabajosa que hacía su pecho subir y bajar casi dolorosamente.

Otro ruido ahogado salió de su boca, casi un gemido indefenso cuando vió a través de la cortina que cubría la ventana de la puerta, la sombra de esa cosa acercarse. Instintivamente, dió un paso hacia atrás cuando el picaporte se movió. Quería gritar, correr por su vida, pero no podía moverse.

La cerradura hizo un leve click cuando se destrabó, y la puerta se abrió lentamente haciendo un pequeño chirrido. Su respiración era más trabajosa mientras intentaba hacer actuar su cuerpo. Hubo un profundo tronar, que venía del cielo, y eso pareció activar su sentido de supervivencia.

Volvió su cuerpo y corrió a la sala, sólo deteniéndose un segundo para tomar su celular y luego dirigirse a la puerta principal. En su desesperación al escuchar un leve gruñido en la cocina, le costó abrir la puerta. Pero lo logró y corrió afuera, olvidando completamente su camioneta al darse cuenta que no había tomado las llaves y dirigiéndose al bosque.

La nieve se metió en sus pantuflas, el viento helado golpeó en su rostro, y a pesar del dolor de su cuerpo, corrió y corrió cuando, desde la dirección de su casa escuchó el aullido.

Un largo y enfurecido aullido.

Un largo y enfurecido aullido

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Continuará...

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