Aullidos de Amor
Sangre..
Podía oler su sangre...
Naruto se precipitó con desesperación hacia el ruido de la pelea. Sus fosas nasales se llenaron con el olor de sangre de Hinata, había escuchado sus gritos aterrados. Pero ya no la oía, en cambio ruidos de pelea, gruñidos y cuerpos golpeando contra la madera y el suelo llegaron hasta sus oídos.
Él derrapó en sus patas delanteras cuando se detuvo al llegar a la fuente del sonido. Los ojos de su lobo buscaron desesperadamente a la hembra, sin prestar atención a los machos que se estaban enfrentando en ese momento. Su mundo pareció detenerse cuando vio el pequeño cuerpo atrás de las marañas de lobos luchando.
Era apenas una sombra oscura en medio de la nieve poco profunda, poco a poco parecía taparse con el frío material. Ella estaba en el suelo, de lado, justamente dándole la espalda.
No se movía...
El shocks dió paso a la furia rápidamente. Tiro su rostro hacia el cielo oscuro y aulló de rabia.
Dolía...
Hinata sólo podía sentir el dolor. Todos los demás sentidos estaban eclipsados por el. Aún así, se dió cuenta cuando la movieron de forma brusca. Algo había golpeado al costado de su cuerpo y ella terminó girando. Si hubiera podido moverse, ella habría gritado del dolor, pero no podía.
También su cuerpo está caliente, muy caliente. Era consciente, sólo un poco, de como se estaba esforzando por respirar. Hacer su pecho hacia arriba y hacia abajo costaba tanto que prefería no hacerlo, pero tampoco quería morir. Intentó moverse, pero parecía como si su cuerpo hubiera sido desconectado de su cerebro, se negaba a cooperar.
Sintió un fuego abrazador en su pierna, ella gritó en su cabeza. El calor era tanto que le hizo perder la noción de lo que sea que pasará a su alrededor, el tiempo pareció detenerse mientras ella sufría horriblemente.
Algo brillo atrás de sus pesados párpados, tan cegadoramente que le obligó a abrirlos levemente. Si visión estaba borrosa por las lágrimas y su casi falta de consciencia, pero la vió..
En medio de la oscuridad del bosque, una luz se movía suavemente llamando su atención, sus pupilas quedaron clavadas en esa luz lenta que se estaba moviendo para ponerse frente a ella a una distancia algo lejana. Hinata aún estaba peleando por respirar cuando la luz se detuvo, poco a poco está empezó a alargarse y tomar forma.
Ella no podía pensar con claridad, probablemente estaba desbariando gracias a la fiebre o estaba a punto de morir... Hinata le daría la bienvenida si le quitaba ese dolor.
La luz tomo forma de mujer, tenía un largo vestido blanco que brillaba en la oscuridad del bosque. Su cabello también lo era, lacio caía hasta la mitad de sus muslo. Hinata observó, algo mareada, cómo esa mujer empezaba a dar pasos lentos hacia ella.
Extrañamente, el dolor empezó a bajar mientras ella más se acercaba. Hinata fue más consciente, sus ojos abriéndose un poco más, su visión se aclaró lo suficientemente para ver su rostro. La mujer le sonreía, sus ojos, extrañamente, completamente negros. Se detuvo a unos pasos de ella, sin apartar su perturbadora mirada obscura de su rostro.
—Hola hija mía—, ella habló con una suave voz, pero tenía un eco perturbador, una voz un tanto gruñona parecía repetir sus palabras sólo unas milésimas de segundo después de que ella abriera su boca.
Hinata no pudo responder, no lo hubiera hecho aunque estuviera plenamente sana. Tal vez, ¿era la muerte que venía a buscarla? Cada vez estaba más seguro que probablemente era una pesadilla gracias a la fiebre, probablemente estaba inconsciente en el suelo del bosque, a sólo un respiro de morir a manos de esos extraños hombres lobos.
La mujer no esperó respuesta y se acercó hasta quedarse en cuclillas frente a su rostro. Hinata no podía apartar la mirada de los pozos oscuros que parecían absorber todo. Su sonrisa creció mientras la miraba fijamente.
— Este puede ser el inicio de un gran viaje—, dijo suavemente la mujer—. O el final...
Hinata observó su piel blanca e impoluta, ni una mancha o arrugaba arruinaba su rostro. Sus manos estaban desnudas y ella observó como acercaba uno de sus dedos a su rostro. La blancura de esta resaltaba gracias a sus uñas negras, algo largas y de aspecto filosas. Su dígito se poso en su frente, Hinata sintió la fría piel hacer contacto con la de ella.
El dolor volvió como venganza, golpeándole tan duro que la obligó a moverse. Su columna se tensó y termino boca arriba, sus ojos abriéndose de par en par, su boca amplia con un grito silencioso. Era tanto el dolor que paralizó sus cuerdas vocales. Sus dedos apuñalaron en el frío suelo mientras la ola del dolor parecía crecer y crecer.
Jadeó, intentando tomar aire para sus pulmones comprimidos. Sus ojos quedaron clavados en el parche de cielo que apenas podía ver gracias a los árboles y las nubes que hacían más obscura la noche. Un hormigueo empezó desde sus piernas y subió por su cuerpo, ella sintió como si miles de hormigas caminarán por su piel. Luego, las hormigas se convirtieron en puntas de alfiler.
Dolía...
Dolía tanto.
—Pelea...
Hinata escuchó la voz de la mujer de nuevo, pero no podía moverse más que para respirar con dificultad. Ni siquiera podía parpadear, sus ojos se llenaron de lágrimas y las gotas cayeron por la comisura de sus ojos mientras observaba el movimiento lento de las nubes en el cielo.
No quería pelear, dolía tanto que prefería dejarse llevar por la inconsciencia.
Ella observó mientras el dolor atravesaba su sistema como la luna de asomó entre las nubes. Por un segundo su madre pasó por su cabeza confundida. Ella estaría tan triste, su hermana pequeña también lo estaría..
Mientras sus ojos empezaban a perder fuerza, la negrura bailando en los bordes de su visión, un rostro ocultó la pequeña luz de luna.
Lo último que vió fueron unos ojos celestes preocupados sobre ella.
Continuará...
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Aullidos de Amor
LobisomemHinata vuelve a la propiedad de su abuelo cuando se entera que le ha dejado la hermosa casa del bosque. Cuando era pequeña había tenido una mala experiencia allí, pero está convencida que sólo había sido su imaginación de niña jugando con su conscie...